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Si bien es cierto que al principio no me llegó a entusiasmar, me di cuenta que volver a reencontrarme con Louisa era todo un placer. Es un personaje tan tan entrañable y que cae tan bien, que es imposible abandonarla. La sombra de Will, como era de esperar, sigue muy presente en ella, y el lector no puede evitar echarle de menos tanto como Louisa. Aunque al principio los personajes que iban apareciendo no eran santo de mi devoción (porque ninguno se parecía a “él”), con el paso de las páginas y de los sucesos, agradecí enormemente su presencia; la de Sam especialmente. Sam… Hay que decir que existen varios giros que sorprenden y dejan KO al lector. Cosas que, al igual que Louisa, pensamos desde un principio y luego, la escritora tiene la agilidad de dejarnos boquiabiertos por el cambio de rumbo de la situación. No quiero desvelar mucho. Solo una pista: aparece una jovencita que cambia por completo la vida de Louisa. Me encantó… Puede que necesitase salir de tanto Thriller y misterio para volver a leer ternura, romanticismo y, por supuesto, a Louisa en primera persona. Su padre, siempre divertido; su madre, revolucionaria en esta segunda y última parte y el abuelo, con una adicción inmensurable hacia los donuts, nos hará soltar alguna que otra sonrisa cómplice hacia él. Me he reído, he llorado y me ha hecho reflexionar. Louisa acude a un centro de ayuda a las personas que han sufrido la pérdida de alguien y creo que todos, en cierto modo, podemos sentirnos identificados con sus historias y pensamientos personales. |
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