Budapest

Budapest es una novela muy peculiar de la que no resulta sencillo hablar.


Partimos de la base de que no es una lectura sencilla. Es oscura, turbia, incómoda, con una potente voz crítica y un estilo narrativo al que no resulta fácil acostumbrarse.


Desolación. Miseria. Supervivencia. Sufrimiento. Un libro que saca a relucir lo peor de la humanidad.


A pesar de que son dos los personajes que cargan con el mayor peso de la trama no son estos los únicos con los que nos encontramos. Hay varios más que aparecen, en mayor o menor medida, y que, si bien al inicio no acabamos de entender la razón de su existencia y su vínculo con la historia, al final tendrán su importancia en su desarrollo.


Todas estas peculiaridades dan lugar a una obra compleja, a la que se suma una estructura de todo menos sencilla. No os esperéis una novela lineal, pues Budapest es más como un puzle, una obra de la que se nos van dando fragmentos dispersos que no siempre siguen un orden cronológico y que tenemos que ir encajando nosotros mismos con las pistas que encontramos escondidas en el texto. Un formato que puede resultar un poco caótico y confuso si no se presta la debida atención.


Tengo claro que no es una obra para todo el mundo y admito que a mí al principio me costó entrar en ella. Sin embargo, llegó un punto en el que el aura decadente de esta ciudad desolada me atrapó, y a pesar de que no estoy segura de haber entendido todas las referencias, al final logré disfrutarla. Es por ello por lo que la recomendaría a aquellos lectores que sean capaces de ver más allá, de leer entre líneas y de descubrir mensajes ocultos sin dejar que las muchas sombras que tiñen estas páginas opaquen los pocos resquicios de luz.