Una visita inesperada

¿Quién dijo que una invitación a la casa de la infancia podría tener consecuencias y desenvolver oscuros secretos enjaulados? ¿Quién creyó que una idílica y pausada trama podría desembocar en una tensión inabarcable y el corazón saltando en la garganta? ¿Dónde queda una pareja recién conocida y prometida?

La primera mitad son los pasos que avanzan con determinación, los que pisan con fuerza por un suelo firme y llena los días de continianidad, de romance y besos furtivos, de paseos redescubriendo los parajes que fueron parte de la infancia, unidos a una pluma tan acorde con la época en la que se desenvuelve la historia que me ha transportado a inicios del siglo XX en apenas unos parpadeos y con solo unas palabras.

La segunda mitad llena la boca de incertidumbre y sustos, de una tensión que se crece y rasca con sonidos desagradables. Deja escalofríos por la piel y sonidos siseantes en los oídos. Instaura un miedo que... finalmente, acaba por desembocar de manera demasiado precipitada. Aquí fue donde me perdió.

Pocos personajes tiene un carisma realmente revelador, principalmente me quedo con dos —Alix y Daisy—, el resto han sido apenas un cúmulo de detalles que se envuelven en brumas irrelevantes. También la pluma pierde un poco su cariz lleno de magia. La trama... bueno, da miedo, da sustos y luego deja de darlo. Para terminar con un desenlace que, si lo pienso muy detenidamente, incluso ha resultado un poco ridículo y repentino. Me ha faltado algo más, una chispa que lo haga arder todo y me siga generando la misma tensión que surgió con el primer giro argumental, esa que se perdió cuando se empezaron a destapar algunos secretos y las preguntas encontraron sus respuestas.