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Crítica de Guille63


Guille63
19 April 2024
Bueno, bueno, bueno, pues no ha estado nada mal a pesar de todo. Me convenció su propuesta literaria, me gustó su mezcla de estilos y formas, su irreverencia, su frescura, su espíritu provocador e iconoclasta, aplaudí en no pocas ocasiones su grito estentóreo, su valentía al no dejar títere con cabeza, incluso en terrenos donde la propia autora habita, gocé de su ataque frontal a lo políticamente correcto, de su libertad sin coto, de su rebeldía sexual, me divirtió su humor insolente… en fin, que verdaderamente lo disfruté.

Mucho gozo para solo tres estrellas y media, dirán ustedes, y tienen razón. El problema ha sido que este regocijo lector ha cojeado por una molesta chinita en el zapato que no me dejaba recorrerlo en paz: mi absoluta falta de sintonía con su discurso ácrata, aquí utilizado además de una forma tramposa.

Cristina Morales es anarquista confesa y esta novela es una bomba contra el sistema, yo diría más, contra todo sistema, como aquel que quiere cortar la rama enferma de un árbol sentado en su parte exterior.

“No creo que se me pueda exigir como escritora que además tenga un programa político de construcción de una utopía. Eso es algo para los líderes de los movimientos políticos o cívicos. Yo me sitúo más bien en la estela de aquellos pensadores o artistas que se dedican a destruir lo conocido de un modo iluminador.”

Conste que coincido totalmente con esto que dijo en una entrevista defendiéndose del cargo de falta de alternativa a lo que tan furibundamente critica en la novela. Siempre he defendido que la literatura no está para dar respuestas, pero es tal el poder expansivo de este artefacto explosivo que uno se pregunta si en la cabeza de la autora hay algo que se pueda salvar, sitio al que se puede acudir y forma de llegar a él. Este exabrupto es tan grande y tan lleno de humor que uno llega a cuestionarse si la novela no será más (ni menos) que una parodia del propio discurso que plantea.

No teman, no les aburriré con un mitin acerca del desatino, la peligrosidad y las contradicciones del pensamiento anarquista (aunque me pareció curioso que criticara tanto a la retórica cuando su novela, como toda novela, no es otra cosa que retórica y me hizo bastante gracia la parodia, está sí deliberada, de las asambleas anarquistas tan encorsetadas por las numerosas normas que se exigen unos a otros), pero sí debo decir algo sobre la trampa con la que está aquí expuesto. Tampoco seré yo el que defienda el sistema económico, social y político en el que vivimos, los derroteros por los que va descendiendo en los últimos tiempos no auguran nada bueno, pero tampoco seré yo, como hace aquí Morales, quién sostenga que todo avance social —sufragio universal, mejora de condiciones de trabajo, paridad, igualdad de oportunidades…— es normalización, sometimiento, alienación, parches para un sistema que seguirá siendo esencialmente opresor mientras haya jerarquías, autoridad (lo que incluye, por ejemplo, a la relación profesor-alumno, en la que el primero no está para instruir al segundo, sino que ambos deben hallar juntos la verdad).

“… el espíritu de superación existe allá donde hay modelos a seguir, o sea, donde hay jerarquía, o sea, donde hay deseo de dominación de uno sobre otro”

Pues bien, ¿cómo se expone en la novela este punto de vista? Dirigiendo el foco de su discurso, y aquí es donde radica la trampa, sobre la situación tutelada por las administraciones públicas en la que viven los discapacitados y asimilarlo, primero de forma velada y luego de forma clara y rotunda, con la situación en la que vivimos todos.

“¿Cómo que nosotros no? No viviremos presas entre cuatro paredes, pero vivimos presas en una ciudad entera, bajo el dominio absoluto del totalitarismo del mercado que nos tiene muertas en vida echando diez horas de trabajo de camareras o de becarias, soportando explotaciones y vejaciones, robándonos las ganas de vivir, de follar e imponiendo que solo nos relacionemos entre nosotras a través del dinero… Los retrasados mentales son una de las muchas categorías que el poder usa para delimitar a una parte de la población y justificar sus medidas represoras hacia ella.”


P.S. Desconozco absolutamente la problemática de los discapacitados mentales, ignoro el grado de autonomía del que disponen para responsabilizarse de sus vidas sea cual sea su grado de discapacidad, no entro en el tema por ignorancia, pero me alegra saber que en España se prohibió en 2020 las esterilizaciones forzosas de personas con discapacidad incapacitadas judicialmente.
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