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Crítica de Celia_0504


Celia_0504
16 July 2023
En mayo del año pasado me decidí a leer un clásico del que había oido hablar mucho, pero que hasta entonces no me había llamado lo suficiente la atención para darle una oportunidad. Si le di, finalmente, esa oportunidad a “Ana de Tejas Verdes” fue más por la preciosa edición que había preparado la editorial Alma en su linea de clásicos ilustrados, y porque unos meses antes me había iniciado con su autora, Lucy Maud Montgomery , con una novela que no tenía que ver con su serie más famosa, pero que me había gustado y enternecido mucho. Pero nunca imaginé que su trabajo más popular y atemporal fuera a gustarme tanto, siendo una de mis mejores lecturas del 2022. Cuando lo acabé, tuve muy claro que quería seguir con la serie según fuera sacándola la editorial Alma. No obstante, no sé el motivo, no me hacía muchas ilusiones, estaba convencida de que cada entrega iba a ser un poquito peor que la anterior. Eso pareció confirmarse con el segundo tomo, “Ana de Avonlea”, que me gusto, pero sin más, me dejo muy fría respecto al primero. Y pensé que me iba a pasar lo mismo con la tercera entrega, esta “Ana de la Isla”.

Qué equivocada estaba.

Tras su periodo como profesora en la escuela local de Avonlea, Ana Shirley inicia una nueva etapa al cumplir su ansiado sueño de ir a la universidad de Redmond. Para ello deberá dejar definitivamente atrás a su querida Tejas Verdes y trasladarse a Kingsport. Ahí Ana empezara a iniciarse en la vida adulta, con sus retos, alegrías, sinsabores y oportunidades.

Lo dicho, de lo que llevamos de año esta lectura es seguramente una de las que más me ha sorprendido. No creí que fuera a gustarme tanto como lo ha hecho finalmente. Es más, de lo que llevamos de año ha sido una de mis lecturas favoritas. En alguna reseña sobre este libro he visto que hay lectores que se sienten desencantado con la deriva de la saga, que se quejan de que ya no tienen esa magia y ese encanto chispeante que caracterizaban a “Ana de Tejas Verdes” y a su protagonista. Y precisamente para mí ha sido uno de los mayores encantos de esta lectura. Me está encantando ver como tomo a tomo el personaje de Ana va evolucionando y creciendo, como su personalidad va ganando matices. Uno no puede esperar que a medida que vaya creciendo nuestra protagonista siga siendo la misma niña pizpireta, dramática e imaginativa de trenzas rojas que conocimos en una estación ferroviaria en la isla Eduardo. Para mi es genial la forma en que L.M. Montgomery va haciendo evolucionar a este personaje de una manera orgánica y creíble, pero sin hacer que pierda esa alegría de vivir, esa curiosidad y esa fuerza que a mucho nos enamoraron desde el principio. Ana sigue conservando buena parte de esa inocencia y picardía, pero todo eso se va matizando con la madurez, de forma que se convierte en un personaje increíble y con el que es muy fácil empatizar, ya que estamos viendo de primera mano todo su proceso evolutivo y entendemos como va dándose. Es un personaje lleno de virtudes, pero también de defectos, que en cada libro comete sus propios errores de los cuales va sacando nuevas enseñanzas. Gracias a todo esto el cariño que muchos sentimos hacia el personaje no puede más que seguir creciendo entrega a entrega. Definitivamente tiene bien merecida su fama como uno de los caracteres más queridos y entrañables de la literatura de todos los tiempos.

Ya dije en su respectiva reseña, que la novela anterior, “Ana de Avonlea” me dio la sensación de ser una obra de paso, una suerte de bisagra en la biografía de Ana Shirley. Y esta lectura que nos ocupa me lo ha confirmado. “Ana de la Isla” es la crónica del paso definitivo de Ana hacía la adultez. Su entrada en la universidad marca el inicio de una nueva e inevitable etapa en su vida. La tercera entrega de sus andanzas no es una novela en la que haya grandes sustos, misterios o giros de guión, es un libro de trama sencilla y costumbrista en la que se narran sucesos cotidianos y simples en los que todos nos podemos ver reflejados, o lo hemos podido hacer en algún momento determinado. Ana se ve inevitablemente enfrentada a nuevos retos y a tomar nuevas decisiones, a dejar atrás muchos de los lazos y relaciones que en su infancia dio por seguros y a cambiarlos por otros nuevos pero no menos importantes, a aprender sobre el mundo que la rodea y a ponerse a prueba, a reírse de si misma y a autoreprenderse cuando toca y a sacrificarse si es menester. Y es por todo eso por lo que he conectado tanto con este libro y de una manera tan potente.

Lo he leído en un momento en el que me he encontrado en circunstancias vitales y personales muy parecidas a las que que pasar Ana, por lo que me ha sido especialmente fácil ponerme en su lugar y verme reflejada en muchos de sus pensamientos y experiencias. He podido entender el miedo y tristeza que puede suponer dejar atrás el hogar, lo que es ver como pierden significado y fuerza los lugares y personas que antes eran tu mundo, lo cuesta arriba que se puede volver la adultez, y lo difíciles que son, en definitiva, las personas. Pero también he conectado con la satisfacción que puede proporcionar el hacer nuevos amigos y descubrir a nuevas personas, la libertad y autosuficiencia que trae consigo el crecer e independizarte, la satisfacción de conseguir cosas por ti misma y la adrenalina que pueden traer consigo los retos. He podido entender perfectamente cómo se siente Ana cuando percibe que su vida no avanza respecto a la de aquellos que la rodean, la pena y vergüenza interior que supone ver como todos los demás avanzan mientras tu misma percibes que estás estancada, la soledad y tristeza, que eso genera. Y es por eso que he conectado tanto con esta lectura, que me ha proporcionado mucha compañía en un momento en que me he sentido muy sola, y también no poca melancólica. Y todo eso me ha recordado el poder de la literatura, la forma en que ayuda a que uno se vea reflejado en las experiencias por las que pasan los personajes sobre los que lee y el consuelo, y hasta guia, que eso puede proporcionarles.

Sin duda la pluma de L.M. Montgomery tiene algo que me gusta mucho, aunque no sea plenamente consciente de ello mientras la leo. La forma en que logra hablarnos es cálida y cercana. Y sus descripciones de paisajes, y la manera en que logra poner palabras al paso de las estaciones son, como siempre, de una belleza lírica y plástica que es de lo mejorcito de la lectura. Es una auténtica gozada leer estas partes, la hermosura con que consigue recrear los paisajes en los que tienen lugar los diferentes episodios de la novela, convirtiéndolos en un personaje más de la obra.

De todas formas, al igual que las anteriores entregas de la serie, “ Ana de la Isla” no es una novela perfecta, ni mucho menos. Indudablemente el personaje de Ana y su evolución están muy detallados y conseguidos. Ana es un personaje que quieres y entiendes a la perfección, como he dicho antes. Pero por desgracia, pocos son los personajes quienes puedan acercarse a ese nivel de desarrollo y eso es algo que para mí también fue una de las fallas en las anteriores entregas. Muchos personajes que eran importantes en los dos libros anteriores aquí quedan un tanto desdibujados y pierden bastante consistencia respecto a lo que habíamos encontrado antes. En ese sentido, tengo que agradecer mucho que al principio de un capítulo se ahonde más en los sentimientos y pensamientos de la entrañable Marilia, quien fue uno de mis personajes favoritos en “Ana de Tejas Verdes” y que eche en falta que tuviera más peso en “Ana de Avonlea”. Quizás esto sea algo premeditado por parte de la autora, para subrayar como Ana va avanzando y dejando atrás a amigos, familiares y vecinos respecto a la nueva gente que va conociendo. Pero es que pocos son los nuevos personajes que conocemos en esta novela de primeras que tengan un mínimo de desarrollo o características psicológicas interesantes y bien trabajadas. Las únicas excepciones son la nueva amiga de Ana, Phil (un personaje que al principio puede resultar muy pesado, pero que poco a poco, según vas conociéndola mejor y viendo que esconde más de lo que parece a simple vista, se convierte en uno de los más entrañables del libro) y, en menor medida, el de la tía Jimsie, que no en pocas ocasiones se convierte en la voz de la razón de la obra, y de cuya boca ser alguna de las mejores lecciones que podemos encontrar en estas páginas.

Tal y como ya podríamos intuir en el libro anterior, el amor y la relaciones románticas tienen un peso fundamental desde prácticamente las primeras páginas. En este tercer volumen hay una mayor cuota romántica. Ana y sus amigas ya están en esa edad en la que encontrar a la persona amada ya no es un mero ideal escolar, ya han superado esa etapa en la que recrea mentalmente a un príncipe azul perfecto. Ahora el matrimonio y el formar una familia son perspectivas reales que se van concretando, lejos de cualquier sueño. Y en ese sentido, Ana empezará a comprender que sus ideales infantiles son solo eso, ideales. La realidad es menos bonita de lo que ella se pensaba, y si más prosaica. Realismo en toda su esencia, que la autora lleva de una forma muy convincente, positiva y, valga la redundancia,realista. Aunque la trama romántica es una parte muy importante, creo que su desenlace en el último capítulo es un tanto ñoño por la forma en que ese capitulo está escrito. A ver, esa parte es muy previsible, porque todos nos imaginábamos cómo iba acabar. de ahí que haya echado de menos un poquito de emoción en esa subtrama tan importante, que hubiera algún momento en que dudase de su feliz y convencional final. En ese sentido, también tengo que decir que algunas de las enseñanzas que la autora sazona la obra y que conocemos de los diálogos que se dan entre Ana y el joven y movido David me han parecido muy innecesarias, por el sentido religioso que tienen. Entiendo que el libro, al fin y al cabo, pese a que trabaje muchas cuestiones que son imperecederas para el ser humanos, en otras se note el paso de los años, que fue escrito en el siglo pasado y que Montgomery tuviera en la cabeza a la hora de componerlo unas ideas e intereses didácticos y religiosos que ahora pueden resultar anticuados y viejunos.

Y por supuesto, mención especial al volumen que una vez más nos trae el sello de Alma Editorial, que al igual que los anteriores cuenta con ilustraciones de Giselfust. Es un libro que se come con los ojos, un deleite para la vista ver sus mil y un detalles y sus encantadoras ilustraciones, tan llenas de personalidad y fuerza, y que casan muy bien con el texto. Ya se notaba en los anteriores, pero en este en este he podido percibir mejor la inspiración que toma la ilustradora de esa maravilla de serie que es “Anne With an E” y que nunca entenderé porque Netflix canceló (ni yo ni muchos, vaya). No sé si sean imaginaciones mías, pero al dibujo de Ana ahora le veo más parecido con la actriz que la interpretaba en la serie.

Como la vida misma, la gente crece y era inevitable que Ana Shirley también lo hiciera. Es una gran suerte que las circunstancias se confabularan para que L.M. Montgomery pudiera desarrollar este proceso en forma de serie literaria, algo que no muchos autores pueden hacer con sus entrañables y queridos personajes. Crecer no es fácil, pero es lo que toca. “Ana de la Isla” nos muestra esto de una forma tierna, entrañable y positiva. Nos anima a ver la vida como un reto, una aventura llena de momentos divertidos y alegrías, pero también de despedidas, penas y decisiones duras. Una enseñanza agridulce, pero que se bebe mejor cuando hay esfuerzo, alegría, pragmatismo y gente que te quiera, que hacen que todo sea más fácil y llevadero.

Lo único que me da un poco de miedo es que el siguiente y cuarto libro no llegue al mismo nivel que este que nos ocupa y el primero.
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