Rodolfo Walsh. Los años montoneros

Este libro se concentra en el acercamiento progresivo de Rodolfo Walsh al peronismo de izquierda hasta comprometerse políticamente con la agrupación Montoneros alcanzando el título que le enorgullecía detentar de “combatiente”.

Montero y Portela trazan un análisis sumamente lúcido de los años de la escalada de violencia que alcanzó su máxima expresión en la sangrienta dictadura militar instaurada en 1976. Sobre todo me interesó su análisis de las luchas internas del peronismo, y del rol del mismo Perón en la instalación de las enemistades mortales dentro del movimiento que llevaron a los asesinatos de tantas figuras de ambos lados (Rucci y el padre Mugica, por nombrar a algunos). Resulta llamativo que alguien tan ferozmente agudo en su pensamiento como Walsh haya elegido subordinarse a una organización netamente verticalista como lo era Montoneros, y adoptar el peronismo con la fe ciega de los militantes que ven en el líder a una suerte de Dios. La lealtad a sus compañeros de militancia (Paco Urondo, Juan Gelman, Horacio Verbitsky por nombrar a algunos) y la identificación con el peronismo como vehículo de la voluntad de las masas populares son algunas explicaciones que surgen de la lectura.

Pero sobre todo me quedo con la figura del intelectual comprometido con su tiempo, consciente de la necesidad de poner su talento y su inteligencia al servicio de la lucha por sus principios, y capaz de plantear con la misma vehemencia sus críticas al gobierno militar en la Carta abierta y al interior de la conducción de su propio movimiento en los Papeles de Walsh. Sin santificarlo ni idealizarlo, Portela y Montero trazan el retrato de un hombre coherente con su búsqueda de aportar su grano de arena al desarrollo de la historia de su país.