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No es moco de pavo pasarse 750 páginas en busca de un cuadro, mucho menos para alguien que como yo, tenga la habilidad plástica en el gran ojo y sus conocimientos pictóricos se asemejen a los de un topo. Un funesto presagio me invadió en los primeros compases. Pónganse en mi lugar. La edad media de los Medicis y una pintura que esconde, ¡cómo no! el gran secreto de la humanidad, me hacían apostar por la aparición del Indiana Jones de turno o el mismísimo Robert Langdon. (Personaje de Dan Brown). No iba mal encaminado. Hay versión femenina del afamado profesor de historia, pero sin saltos imposibles ni relojes de Mickey Mouse. Con este comienzo y nunca mejor dicho la cosa no pintaba bien. Pero Carla Montero impone su buen hacer con una historia paralela que muy al contrario que Daniel Marrón, (al que dejo ya en paz) mejor escrita y documentada. La ocupación nazi de la Francia más gris será un escenario dantesco por donde Sarah Bauer malvivirá su existencia junto a un grupo de resistencia judía, que tampoco es que hicieran el bien. (excelente idea, por cierto) La autora bajo el pretexto de un argumento más o menos potable, habla de la miseria de toda persecución racial y, del expolio artístico que por orden de Adolfete, dirigió otro santo barón. Himmler. El libro pone de manifiesto la obsesión por lo esotérico que poseía el ario hombre de ridículo bigote. Hay alguna cuestión como la sociedad secreta, donde Montero es muy tacaña, aportando pocos datos y dejando al lector con ganas de conocerla mejor. La novela aun siendo conclusiva deja cabos abiertos. Desconozco si en su actual libro, desvela, continúa o se va por los cerros de Heidi. Con sus defectillos, el texto se deja querer pues son mayores sus virtudes y aunque no está a la altura de Julia Navarro o Paloma Sánchez- Garnica, Carla Montero escribe muy bien. Me ha gustado mucho más la parte histórica que el presente, no solo por venirme de fábrica, sino porque creo que la segunda, en algunos momentos quedó sin pulir. ¡¡¡Ahhh, siiii!!! hay dos historias de amor...bueno cada cual que aguante su vela...y aunque reconozco que una si me gustó, no me negareis que es más económica la alergia al romanticismo: Sobre todo en días de guardar. y es que si quieres flores, arráncatelas. Igual el tacaño soy yo... |
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Crítica de rafaperez
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