El pastel de manzana de Nathalie es lo primero que leo de Carla Montero y, desde ya, tengo clarísimo que voy a hacerme con sus otros trabajos porque este me ha encantado y la sinopsis de sus novelas me han gustado más que a los vecinos de la protagonista el delicioso aroma de sus pasteles. Es una maravilla comenzar una historia y que te atrape desde la primera página, y eso es lo que me ha ocurrido con este texto, además de resultarme imposible el resistirme a la bondad y el buen hacer de Nathalie. Así que he devorado su relato del tirón y me ha enternecido tanto su trama, que tengo una sonrisa en la cara como si hubieran dado las ocho en el reloj de la iglesia (para entender a qué me refiero, tendréis que leer el relato; lo siento, je, je). De un modo muy esquemático, podríamos resumir el argumento en que la rutinaria y monótona vida de un pequeño pueblo francés se verá interrumpida por la llegada de un desconocido, quien pondrá su encorsetada existencia patas arriba, pero es que no me atrevo a añadir más para no destriparos nada. La forma de narrar de Carla Montero es, sencillamente, sublime porque describe todo muy bien, y no se le escapa ni un detalle. Con lo que a medida que vas leyendo, te imaginas en la confitería de la protagonista, tomándote un café y disfrutando de algunos de sus deliciosos dulces, al tiempo que charlas con este encanto de mujer. Aunque debo avisaros de algo: es posible que terminéis con antojo de pastel de manzana, ja, ja. |