Cara de pan

Casi tiene casi catorce años cuando decide que el no quiere volver a pisar el instituto. Nunca ha sido una niña problemática: ni se mete en líos ni es mala estudiante. Sin embargo, esta harta de que la llamen “Cara de pan”, de que la dejen fuera en los trabajos de grupo y por nada del mundo quiere tener un novio como las otras niñas de su clase. Como un pájaro herido, cada día sale de casa y va a esconderse entre los arbustos del parque hasta que es la hora de volver a casa con sus padres que viven tranquilos, ajenos a este cambio.

En estas escapadas al parque, Casi conoce a Viejo, un señor de cinquenta y tantos años obsesionado con las aves y con Nina Simone que cada día pasará más tiempo con ella. Él también tiene problemas para ser aceptado y comprendido.

Es con tan solo estos dos personajes y en este escenario, a veces jaula y otras cobijo, donde Sara Mesa construye una historia ambigüa, escurridiza e inquietante. Sin caer del todo de los prejuicios más manidos, sin escapar tampoco del todo a ellos, seremos testigos del desarrollo de esta suerte de dúo imposible.

La autora nos lleva por la cuerda floja de lo bonito y de lo agobiante. El ritmo es repetitivo y se va alimentando tanto de lo que se cuenta como de lo que queda al margen. Un libro leído en unas horas que no estará entre mis favoritos pero que me ha removido bastante, que casi me ha dado terror que casi me ha dado ternura.