Billy Budd, marinero

La frase “Hoy es un buen día; ya verás cómo viene alguien y nos lo jode” es el preámbulo que le iría como anillo al dedo a esta historia. Billy Budd, marinero, la novela de Herman Melville, publicada de manera póstuma, tiene mucha tela de dónde cortar.

Melville desarrolla los acontecimientos en un escenario que conoce como nadie: el mundo marino, y lo hace en un periodo de tiempo marcado por guerras, amotinamientos y cambios sociales que generan desconfianza en las autoridades. Billy Budd es un joven marinero reclutado para servir a la Armada Británica. El carisma, la belleza y bondad del joven destacan rápidamente entre la tripulación. Muchos aman y adoran a Billy, pero también genera animadversión y envidia. El maestro de armas, Claggart, encabezará esa lista.

Dice el narrador de esta historia que el mundo naval tiene sus propias reglas y su visión particular de lo que le rodea. Melville nos hace sentir la tensión. A bordo del HMS Bellipotent, los aires de motín se respiran en cada recoveco. Son tiempos difíciles para una Royal Navy que se alimenta de reclutamientos forzados y de nuevas ideas que amenazan la integridad de la institución; cosa grave en tiempos de guerra. La paranoia es caldo de cultivo para la desgracia.

Por otro lado, la envidia, ese sentimiento del que Melville se hace eco de forma magistral. Billy Budd es querido, es un manojo de atributos en un microcosmos donde las pasiones y los afectos se magnifican. Hermoso, bueno, medio tartamudo y de inocencia comprobada. A veces nuestras virtudes pueden ser el blanco de nuestras tragedias.

Y todos pensamos que la justicia va a venir a redimirnos. Pensamos que la justicia elevará nuestras causas. Pero viene Melville y nos lo jode. ¿Qué demonios es la justicia? Aquí no vas a encontrar la respuesta, pero sí que vas a intentar roer un hueso al que es muy difícil extraerle algo, aunque te empeñes. Leí por ahí que los juristas lo hacen a menudo, debatir sobre Billy Budd y el papel del capitán Vere, pero si ellos no pueden, no seré yo la que desentrañe si ese desenlace fue justo o no.

Leí Billy Budd pensando en Michael Kohlhaas y Ragtime, y esta historia se une a estas otras en su reflexión sobre el concepto de justicia. Melville no le huye a la conversación, a la reflexión filosófica o moral (muchas referencias bíblicas) y se nota la comodidad con la que masca la incomodidad, con la que se somete a estos territorios. Seremos testigos y dedicaremos momentos de nuestros días a comernos la cabeza.

¡Buen provecho!

Rodeando la historia de Billy, encontraremos muchos, demasiados momentos sobre la vida naval. Algunos son interesantes y enmarcan los hechos centrales; otros nos sacaran un poco de quicio, pero debemos entender que estamos ante un manuscrito incompleto. Hay ideas que van y vienen, fugas de tensión, pero también hay un montón de referencias a momentos y personajes de la historia naval a los que vale la pena echarles el ojo para futuras lecturas.

Recomendable para esos días luminosos en los que deseas una tormenta que te devuelva al mundo real.

¿Qué tan justa es la justicia, capitán Vere?

Así de sencilla es la pregunta.