Descubrí a Bartleby hace muchísimos años, allá a comienzos de los '90, en la voz de quien iniciaba todas mis noches con su programa de radio. Lo leyó completo al aire, ocupando varias emisiones. Y me dejó la espina clavada: tenía que buscar ese libro y leerlo. Cómo verán, el tiempo pasó y, hace unos días, ví que mi librería de cabecera tenía una edición muy seductora, y no pude resistirme: era Bartleby, acompañado de Scafati y de Borges, y en la puerta de un fin de semana larguísimo. Y, aquí me tienen, flasheada por esta lectura que me llevó a aquellas noches de juventud, en medio de esta madurez en la que más de una vez me gustaría decir "preferiría no hacerlo". Si tienen dudas sobre si leerlo o no, disípenlas ya y busquen una versión de esta historia. Es una pequeña maravilla. |