Bartleby, el escribiente (Edición Ilustrada)

El libro favorito de mi amigo A. es Bartleby el escribiente (The Piazza Tales, 1853), creado por el autor de Moby Dicck (Richard Bentley,1851), Herman Melville (1819-1891). Y no deja de ser curioso porque la novela que le hizo mundialmente famoso no terminó de engancharlo; le pareció algo lenta, tediosa y rebosante de términos náuticos que le daban un poco igual. Por eso, una tarde lluviosa en un café, charlando sobre mi experiencia sobre la autodestructiva búsqueda del gran cachalote blanco por parte del Pequod, me sorprendió afirmando que lo mejor de Melville era su Bartleby, en quien se inspiró para crear toda su filosofía vital. A la contra, obviamente.

«Bartleby the Scrivener: A Story of Wall Street» es un relato breve que yo leí de prestado hace muchísimos años y que ahora vive en mi estantería en esta edición ilustrada por Iban Barrenetxea con la que ha obsequiado Alma Editorial (2021) a todos aquellos que amamos los libros. Bartleby, cuyo comportamiento en el trabajo y en la vida, constituye todo un enigma y su desenlace es similar al otro relato que escribe ese año 53, «Cock-A-Doodle-Doo!», lo que no deja de resultar curioso. Las interpretaciones son variadas. Lewis Mumford sostiene determinadas similitudes entre la trayectoria vital del autor y la de su personaje. Gilles Deleuze, por su parte, considera que Bartleby «no es un enfermo, sino el médico de una América enferma». Otros críticos lo consideran afectado por alguna enfermedad o condición, como la esquizofrenia o el autismo aunque, cuando uno va avanzando en la lectura, empieza a sentir que la herida de Bartleby se encuentra en su alma. Y es realmente difícil de curar. Si es que eso es posible.  

Salvando las diferencias, cuando estaba en quinto de la carrera, Insuela -un Grande-, nos pidió que leyéramos El tintero (1961), de Carlos Muñiz (1927-1994), dramaturgo y funcionario, cuya hermana fue íntima de Evangélica Jardiel y que gozó de la amistad y el afecto de grandes dramaturgos del momento como Antonio Buero Vallejo. Pues Crock me recordó a Bartleby. Otra tuerca que no encaja en el sistema. Y a la que destroza la realidad. Y que también me rompió el corazón.
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