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El pasado turbio de Adán ha afectado a la vida de Eva, quien se siente sumida en una mentira que la hace revivir un trauma del pasado. A pesar de esto, Adán está decidido a ayudarla, aunque la identidad de un desconocido y los problemas que este trae se interponen en su camino. A pesar de todo, hay una poderosa atracción entre ambos, aunque existe una prohibición que los aleja y acerca al mismo tiempo. Eva está dispuesta a morder la deliciosa manzana de Adán para alcanzar el paraíso. Sin embargo, siempre hay alguien dispuesto a interponerse en la felicidad y el pasado siempre tiene un papel importante en determinar nuestro futuro. La autora nos vuelve a presentar a sus personajes principales, los mismos que nos presentó en su primer libro El fruto prohibido de Adán. Narrado en primera persona, alterna capítulos entre ambos protagonistas, además de introducir un nuevo personaje clave en la trama. La continuidad en la narración resulta fluida y fácil de seguir desde el primer momento. La historia de Adán se profundiza en esta parte, dando lugar a una mayor empatía hacia él, mientras que los nuevos personajes aportan nuevos elementos a la trama, elementos que, en alguno de ellos me resultaron un tanto dudosos, porque no me los creí y en más de una ocasión me sacaron de ese mood que tan metida que me dejó con el primer libro. Por otra parte, se ahonda también en la evolución de Eva y su relación con Adán, lo que hizo que en cierta manera me olvidase de otros personajes un tanto peculiares que no lograron convencerme. La novela combina elementos de amor, erotismo y mucha, mucha acción, manteniendo una tensión constante entre los protagonistas. La autora maneja la historia de forma habilidosa y cautivadora, con un estilo narrativo, de diálogo y ambientación cuidado y efectivo. |
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Crítica de Kaeri
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