Una última parada

En Una última parada encontramos representación de todo tipo, ¡perfecto para continuar celebrando el #pridemonth!

August, de 23 años, no cree en muchas cosas: videntes, hacer amigos rápidamente, o encontrar el tipo de amor que se ve en las películas. Y, definitivamente, no cree que sus nuevos y dispares compañeros de piso, sus turnos de noche en la cafetería, o sus diarios viajes llenos de cortes eléctricos vayan a cambiar su perspectiva ante la vida. Pero un día aparece Jane. La preciosa e imposible Jane. Su fuerte carácter y su dulce sonrisa alegrarán el día de August en el momento que más lo necesita. Es la persona que le hace olvidar las ciudades en las que ha vivido, pero en las que no ha encajado, y su miedo a lo que pasará cuando finalmente se gradúe.

Aunque puede parecer una trama romántica como otra cualquiera, la autora logra darle un giro que me ha sorprendido bastante, algo que sólo se consigue si (como yo) no lees la sinopsis completa. El romance en sí evoluciona de una forma bastante orgánica y bonita después del flechazo inicial de la protagonista, consiguiendo engancharte bastante desde el inicio. Jane me ha encantado como personaje, pero August tiene algo que no acaba de convencerme y me ha costado conectar con ella.

Lo que más salva al libro es su elenco de personajes en general, así como las relaciones entre ellos. Todos los personajes secundarios son maravillosos y tienen una dinámica de familia encontrada que me ha enamorado. Además, hay representación muy variada y bien hecha, de una forma muy realista, parece que podrías encontrar al grupo en cualquier bar de la esquina echando unas risas.

En definitiva, este libro es una lectura muy agradable y que se lee bastante rápido. Si bien la protagonista a veces puede ser un poco pesada, la historia en general y el resto de personajes hacen que no puedas despegarte de sus páginas y acabas con una sonrisa. Eso sí, también hay algún que otro micro-infarto por el camino.

Irbis.