Una última parada

Si algo no me esperaba de este libro es el giro inesperado que da la historia al cabo de pocos capítulos y que no ví venir. A partir de ese momento empecé a leerlo con un poco de cautela porque no sabía si esa deriva encajaría conmigo, pero la verdad es que me ha resultado una lectura original en muchos aspectos.

August es una chica escéptica, que no se siente a gusto consigo misma y que nunca ha encajado en ningún sitio. Cuando conoce a Jane, se encomienda la labor de hacerle encontrar su lugar sin saber que ese viaje también la llevará a encontrarse a sí misma, a la familia que no te viene dada  (Nico, Wes, Isaiah y Myla no podrían ser más auténticos) y que puedes elegir y al lugar que tanto ha querido sentir como propio.

Con unos personajes (tanto principales como secundarios) que encajan en la trama de una manera perfecta, la naturalidad con la que incluye historias LGTBQ+, la manera de mostrar la diferencia de ser una misma persona en la década de los 70 frente a la época actual y las reivindicaciones sociales son parte de esta novela, unas veces como telón de fondo y otras como escena principal.

Se podría decir que la mayor parte de la historia transcurre en la línea Q del metro de la ciudad de Nueva York, pero lo cierto es que el retrato que ofrece de la ciudad que hay encima de las vías del metro ofrece detalles que nos hace viajar más allá de la Nueva York turística y adentrarnos en esa que sólo quienes viven allí conocen en su día a día.

*Imposible que no te entren ganas de encontrar un local vintage en el que probar las crêpes de Billy* 🥞 🥞🥞



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