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¿Por dónde empezar cuando lo que quiero es terminar? Creo que esta historia puede funcionar como película (tenía pensado verla y quizás lo haga a pesar de no haberme gustado el libro), pero como novela para mí gusto no funciona tan bien. Me alegro de que para otros lectores sí y la hayan disfrutado más que yo. Reconozco que me divertí mucho en las primeros capítulos y me entusiasmé con que el resto del libro me gustara tanto. Sin duda el punto fuerte de esta historia es el inicio, porque la escena de la tarta es difícil de superar. Pero jugar la mejor carta de tu abanico tan pronto puede ser contraproducente si no tienes algo mejor con lo que continuar la partida. Conforme avanzaba capítulos se me iba desbaratando la ilusión. Las interacciones entre Alex y Henry cada vez me parecían más cansinas e insulsas. Me costó congeniar con ellos y aún más con el resto de personajes, que me parecieron bastante planos e inmaduros, como si todos fueran adolescentes y fotocopias del mismo folio, cada una más descolorida que la anterior. Sí, hay atracción y amor entre Alex y Henry, pero yo no logré sentir que su relación fuera tan especial. En cuanto a la trama, no la encontré más allá del planteamiento inicial: dos jóvenes que quieren estar juntos y no pueden debido a las posiciones que ocupan en la sociedad. Las reflexiones personales de Alex y las sociopolíticas me interesaron al principio y llegué a pensar que serían un eje vertebrador en la trama, pero después de unos cuantos capítulos (centenares de páginas) tampoco encontré nada más allá de un surtido de referencias que había que incluir porque sí. Si bien el romance no es mi género favorito, he leído algunas novelas del estilo que me han gustado y pensé que a través del humor encontraría algo para mí en esta, pero ahí también falló la cosa: diálogos forzados y risas enlatadas, muy al estilo de una «romcom» estadounidense que dejó de divertirme a partir de la página 90. Hablando de páginas, llegué hasta la 344 (de 496, que son bastantes como para haberme formado una idea sólida del libro), y todavía me pregunto cómo fui capaz de leer tantas. Quizás porque este tipo de novela se lee rápido debido al lenguaje actual que usa y los pasajes escritos a modo de e-mail, que ocupan mucho espacio y agilizan la lectura. El lenguaje y tono escogidos —seguramente intencional por parte de la autora— me hacía sentir constantemente que más que una novela estaba leyendo un fanfic o una serie de artículos de revista del corazón. Aunque fuera su intención, este estilo narrativo no es para mí. Las escenas subidas de tono se me hicieron repetitivas, y como siempre están narradas del punto de vista de Alex, no terminé de sentir la conexión entre la pareja. Sinceramente, no me importa si Alex y Henry acaban juntos o no. En todo caso deseo que les vaya bien. Decido dejarlo en la página 344, antes del inicio del capítulo 11, porque hay más peces en el mar y mi pila de lecturas pendientes me resulta más interesante que las 152 páginas que me faltan por leer de esta novela, por buenas que sean, que en cualquier caso no compensan el tedio que me han producido las que ya leí. No puc mes. |
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