La lluvia: Blackwater VI

Parece mentira que hayan pasado tres meses desde que en febrero iniciara una las sagas (novela por fascículos) que más ha dado que hablar últimamente. Me aventuré a introducirme en el universo de Mcdoweell completamente a ciegas, persuadido por el misterio y la fantasía de sus portadas. Y como era de esperar... el rio Blackwater me arrastró con sus aguas.

Entrar a vivir en Perdido y conocer los entresijos de la familia Caskey ha sido una gran experiencia. Más de cincuenta años de historia familiar que empezaron con El dique, peculiar y enigmático, y que han terminado con una reveladora 𝘓𝘭𝘶𝘷𝘪𝘢. Sin olvidar el gran impacto que supuso La casa para el trascurso de la trama. A pesar de haber tenido algunas partes más débiles que otras la esencia siempre ha sido la misma.

El final, como era de esperar, ha recogido todo lo aprendido en los tomos anteriores para desbordar las páginas con un torbellino de sensaciones. Desde los primeros capítulos se han seguido desarrollando las intrigas familiares con la intención de cerrar las tramas de los personajes principales, pero ahora bajo el completo dominio del terror sutil tan característico del autor y el inteligente uso de los elementos sobrenaturales para generar impacto en el lector. Hay una escena en concreto que logra poner los pelos de punta.

Aunque me habría gustado que se arrojara más luz sobre algunas cuestiones que para mí no han quedado del todo claras y hubiera preferido un final más apoteósico para ciertos personajes, mi valoración general es bastante positiva.

Ha sido un viaje largo, a veces cansado, si, pero echaré de menos la emoción que he sentido todas estas semanas al recibir un nuevo tomo. Siento una mezcla de felicidad y tristeza por tenerme que despedir de Elinor, Mary Love, Miriam, Oscar… y todos los demás miembros de este particular linaje