Seguimos con el culebrón con toques paranormales de moda. Un auténtico vicio que cuesta soltar. Aunque este libro se me hizo algo más lento que el primero, tiene sus momentazos. Y es que Elinor, la forastera que apareció en Perdido para controlarlos a todos, nos ofrece una dosis de su particular forma de actuar. Escalofriante, no digo más. También aparecen nuevos personajes y asistimos a la construcción del dique que va a salvar al pueblo de las riadas. Todo ello con los tejemanejes de la matriarca y Elinor de fondo. A por la tercera parte de cabeza! |