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Hace muchos años vi la versión cinematográfica de “Expiación” y recuerdo que el final me impactó muchísimo, por el sufrimiento y la pena tan grande de los protagonistas, Cecilia y Robbie. También recuerdo lo mucho que me desagradó el personaje de Briony, a quien detesté, y de alguna forma, su personaje hizo que, si bien me gustara la película, no la considerara de las mejores. La adaptación al cine resultó muy fiel al libro en relación con la trama. Y con ello, confirmé que Briony es probablemente uno de los personajes mas detestables de la literatura. Así de simple. Por ello, siento que tampoco disfruté la lectura, porque simplemente odié a esta niña intrigante y mentirosa. Sé que la premisa de la novela es justo esa -como ciertas actitudes o decisiones de la infancia o adolescencia pueden marcar la vida de muchos y se convierten en errores que se cargan por siempre- pero este es un tema que no termina de convencerme. No me gustan los niños o adolescentes que mienten sin medir el impacto de sus acciones, y que causan una tragedia a sus seres queridos. Una cosa es mentir sobre quién se comió el pastel, y otra, acusar a una persona de un crimen. Por ahí se dice que los niños no siempre son conscientes de sus acciones, pero… yo tengo mis reservas. Como obra literaria, siento que la primera parte es muy lenta, y estar en la mente de Briony me pareció molesto. McEwan presenta la historia como una serie de fotografías en donde estamos con Cecilia, Robbie y Briony en distintos momentos de un solo día y en donde se fraguan las circunstancias que llevarán a las acusaciones y la separación. Por momentos me pareció un poco tedioso (y es que, aunque Brioney es la peor, los otros dos son también son, en ocasiones, algo arrogantes), pero la novela toma ritmo en la segunda mitad, volviéndose un poco más emotiva y brutal tanto por la separación de Cecilia y Robbie y la guerra. En resumen, entre la narración y la odiada Brioney, no disfruté tanto este libro. |
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