Un café con sal

Lizzie conoce a un estirado y trajeado inglés al que le salva la vida a la salida de su trabajo en el restaurante de un hotel.
Al día siguiente vuelve a encontrarse con el encopetado inglés aparece en la cafetería del hotel y dejándose llevar por un impulso cambia el azúcar del café por sal.
La sorpresa se la lleva cuando descubre que el encopetado inglés al que casi envenena con el café y que le despierta todos los instintos más básicos, es el dueño del hotel.
Pero esos intensos sentimientos no son unidireccionales, William también siente algo muy intenso por Lizzie, tanto que lo convierte prácticamente en un acosador.
La relación entre ellos no será sencilla, ya que entre la diferencia de edad y las distintas clases sociales los ponen muchas veces en jaque.

La novela es corta y sencilla, pero tremendamente entretenida. Se lee muy bien y rápido, pues tiene 120 páginas aproximadamente. Ideal para leer en entre libros pesados o para despejarse.
Los personajes están bien construidos y ambos tienen un carácter muy fuerte, es bonito verlos interactuar y lo sencillo que se puede rozar el acoso cuando sientes algo muy fuerte por la otra persona.