Puede que en su tiempo causara cierto escándalo: se critica al periodismo, a la institución del matrimonio, a la hipocresía religiosa, a los chanchullos y amancebamientos político-economico-periodísticos. Pero ahora, nada de eso es suficiente para salvar una novela. Aunque podría librar de la quema las últimas cien páginas y le alabo el gusto por no sucumbir a un final feliz o justiciero, la novela me ha aburrido soberanamente. El personaje, eje central de la novela, es taaaaaaaan soso, taaaaaaaaaaaaan sin sustancia, taaaaaaaaaaaan plano… Y aun así, lo que más me molesta de la novela es lo poco que el autor pide a sus lectores o en la poca estima que nos tiene: siendo todo muy trivial, no solo nos muestra lo tonto que puede ser el personaje sino que además nos lo dice expresamente, montones de veces, y no es la única desconsideración que tiene con quién le leemos. A la hoguera con él. |