El baile de las locas

Si algo he aprendido a través de los años es a escuchar y a intentar comprender a las personas sin necesidad de juzgarlas. Y es algo que cuesta mucho, porque siempre tendemos a poner etiquetas a todo el mundo y con ello terminamos reduciendo a las personas a una palabra, las encasillamos porque es más fácil para nosotros, de esa manera creemos que las entendemos. Como dijo Carl Jung "Pensar es difícil. Es por eso que la mayoría de la gente prefiere juzgar." 

El baile de las locas habla de esa realidad, pero también de otra realidad mucho más cruda: de cómo han sido consideradas las mujeres en relación a las enfermedades mentales a través de los años. En este caso, la novela se sitúa en un contexto verídico: en el hospital parisino de la Pitié-Salpêtrière a finales del S. XIX, un reconocido psiquiátrico en el que padres y maridos internaban a sus mujeres e hijas, muchas de las cuales "no sufrían ninguna patología, simplemente molestaban a su familia, no las comprendían, subvertían el orden y mantenían una actitud rebelde. Internarlas era tan fácil como que el hombre de la casa hiciera una petición”.

Las prácticas con las internas eran, en muchos casos, salvajes: las sometían a instrumentos como el compresor de ovarios para calmar sus crisis o les introducían un hierro caliente en la vagina y el útero. 

Las entonces llamadas histéricas “generaban fascinación. El famoso doctor Charcot las fotografiaba, las sometía a hipnosis en público" y cada año se celebraba un baile donde los burgueses iban a divertirse viendo bailar a" las locas."

Esta es, para mí, una novela llena de sentido, donde las mujeres que la componen, a pesar de sus vidas trágicas, están llenas de fortaleza, sensibilidad, ternura y la capacidad de recomponerse ante todas las situaciones que se les presenten, que son para mí, las únicas y verdaderas heroínas que existen en la vida real. Las que, a pesar de todo, siempre terminan resurgiendo de las profundidades.