Mitad manicomio, mitad prisión, la Salpêtrière acogía todo aquello que París no sabía manejar: los enfermos y las mujeres.
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Mitad manicomio, mitad prisión, la Salpêtrière acogía todo aquello que París no sabía manejar: los enfermos y las mujeres.
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Pero la locura de las mujeres no es comparable a la de los hombres. Ellos la ejercen sobre lo demás; las mujeres, sobre sí misma.
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Tu mayor cualidad se convertirá en tu peor defecto:eres libre.
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Veinte años no bastan para cambiar mentalidades ancladas en una sociedad dominada por los padres y los maridos. Ninguna mujer puede estar del todo segura de que sus palabras, su individualidad o sus aspiraciones no acabarán encerrándola entre los tejidos muros del distrito decimotercero.
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A Eugénie le sobrarían motivos para tener la envidia al hijo primogénito y, por tanto, adorado, al que animan a estudiar y al que ven como futuro notario, mientras que a ella solo la ven como una futura esposa.
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Los sueños son peligrosos, sobre todo cuando dependen de otro
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La perturbada y la supervisora han hablado con pudor de los hombres, con los que no tratan, y de los hijos que no tienen, de Dios, en el que no creen, y de la muerte, a la que no temen.
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Para los hombres de su clase, proteger el apellido familiar es más importante que conservar a las hijas.
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Lo que predomina allí no son las histérica bailando descalzas en los pasillos fríos, sino una lucha silenciosa y diaria en pos de la normalidad.
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La Salpêtrière es un vertedero de mujeres que ponen en peligro el orden social. Un asilo para aquellas cuya sensibilidad no responde a lo esperado. Una cárcel para las culpables de tener una opinión.
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¿Cuál de los siguientes libros fue escrito por Gustave Flaubert?