Boda en Navidad

La emoción era una debilidad. La autodisciplina era la fuerza.

Los hombres sabios afirmaban que una decisión tomada por un impulso repentino era una decisión de la cual lamentarse toda la vida.

Volvería al plan A. Se la llevaría a la cama. En eso controlaba como nadie. Sabía refrenarse, no sólo física sino también emocionalmente. Las emociones no se exhibían. La única protección de un hombre frente al mundo hostil era el control.

Nada era comparable al primer baile de beneficencia de la temporada navideña en Nueva York.

El salón de baile del hotel parecía el escenario de un cuento de hadas de Navidad.