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Al principio me ha costado mucho engancharme a esta novela, pero no solo por la historia en sí, sino también porque la situación que estamos viviendo está haciendo que todo me cueste un poco más de lo normal. En algunas ocasiones, me planteé dejar esta lectura para otro momento, pero, como sabía que me pasaría lo mismo con cualquier otro libro, decidí continuar y, he de decir, que una vez llegué, aproximadamente, a la mitad del libro todo comenzó a fluir y empecé a sentir a los personajes. Es una historia que primero me ha enamorado, luego me ha roto y, finalmente, me ha vuelto a enamorar. He sufrido muchísimo por Harper, la protagonista, una chica que necesitaba encontrarle un sentido a su vida y que, cuando por fin lo consigue, comienza a cargar con una culpa que no le pertenece, volviendo a romperse de nuevo; hasta que una carta, un regalo y un chico tan perdido como ella le ayudan a recomponerse y encontrar su verdadera felicidad. Con respecto a Trey, aunque al principio lo odie y desconfíe de él, poco a poco, con sus gestos, se fue ganando mi confianza y un hueco en mi corazón. Es una historia que te enseña que hay que perseguir los sueños y la felicidad propia, que más vale intentarlo, aunque salga mal, que quedarse con las ganas y que la vida está para vivirla con todos los sentidos puestos en ella. |
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