El librero de Selinunte

Una excelente historia, una fábula inteligente con múltiples referencias hacia los libros, y hacia la literatura clásica que nos atrapa y nos conmueve. Y claro, el título ya nos predispone, me encantan los libros sobre libros y este ya tiene una palabra clave, el librero, y de ello tratará.

También es muy curioso que el autor, Roberto Vecchioni , es un milanés que lo conocimos cantando y componiendo canciones, aunque también ha sido profesor de lenguas clásicas en liceos y universidades italianas. Por curiosidad lo he buscado como cantante y lo he visto y escuchado. Y también ha escrito varios libros, entre ellos, esta joya literaria.

Es una lectura que hice cuando salió publicado en castellano, ya hace muchos años, creo que por el año 2007 o 2008. Pero lo encontré estos días , cuando buscaba otro libro, me puse a leer y la verdad es que me acordaba de pocas cosas pero sobre todo, no recordaba el final tan sorprendente y original que tiene, así que me puse a leerlo y hasta que lo acabé, no paré.

Y así, sin pensarlo, ni buscarlo, ni prepararlo, ha sido una maravillosa lectura que he disfrutado tanto, que no quería que se acabara. Es corto y la verdad es que se lee con gusto y atención.
Es una maravillosa fábula sobre la gran importancia que tienen las palabras y, por supuesto, los libros, y a mí me arrastró y de nuevo, fui feliz, porque la verdad sea dicha, y también lo afirma la novela ¡No se puede vivir sin libros! Todos nosotros lo sabemos muy bien.
Y esta es una de las claves fundamentales de la historia. Una historia con un final tan sorprendente , aunque de referencias tan claras… y vuelan los libros.

Los libros, los grandes autores y sus obras, ¿qué haríamos sin ellos? Difícil cuestión. A mí, me resulta imposible contestarla, porque no puedo, porque no lo concibo , porque no sé ni quiero saberlo..

Está narrado por el protagonista, Nicolino, un chico de solo 13 años que, junto a un sabio, solitario y excepcional librero, que se dedica a leer en voz alta los libros, aunque no lo quieran escuchar, ni lo acepten en el pueblo, nos conducirá a través de la gran literatura y sus referencias por una senda inolvidable que sentimos intensamente como propia.

En realidad es una fábula que nos está indicando la importancia de la lectura, así como también nos muestra el preciso retrato de una gran parte de la sociedad actual, empobrecida y carente de palabras, de aquellos que no leen , ni les importan los libros.

También esto lo sabemos, no va a ser una mayoría interesada, la que necesitará conocer, saber, regocijándose y disfrutando, al arañar las superficies de las cosas, para poder entrar en los núcleos y desde ahí participar en la enorme fiesta que brinda el libro, la lectura, y el conocimiento, en definitiva.

También lo sabemos, a menudo, ir aprendiendo nos puede ir dejando solos, puede alejarnos de nuestro entorno, si este se niega a introducirse en un mundo más amplio, de mayor anchura e intensidad.

Le ocurre al librero, la ignorancia haciéndose fuerte, atrincherada en el interior de la nada, lo dejan solo, solamente Nicolino, sabrá devolverle al librero la mirada de la pasión por la lectura y todo lo que ella nos va enseñando en cada línea escrita.

Los libros, su lectura, saben sacarnos con éxito de la impasibilidad perezosa de la indiferencia, de la abulia con la que, a veces, nos saluda la vida.

Abrimos un libro y lo leemos para desentrañar algo que siempre de un modo u otro nos atañe.

También lo sabemos, alguien, al final, facilitará la emigración de los libros desdeñados para acercarlos a un mejor lugar, por eso la esperanza es que el libro siempre, siempre , sobreviva.