Por si las voces vuelven

Es muy difícil repasar la cicatriz que un día fue herida. Tocar cada hendidura, comprobar que esa piel que ya no parece nuestra, en realidad, sí que lo es. Y que cada cicatriz es susceptible a volverse herida de nuevo si la negamos, maltratamos o ignoramos. Somos un mapa de cicatrices, no solo físicas, y puede que esas, es más, seguro que esas que no están a la vista son las de mayor calado.

Por si las voces vuelven (Planeta, 2021), es el relato de lo sufrido por el humorista Ángel Martín en el año 2017. Entonces, se volvió loco. En un tono coloquial, como si se estuviera dirigiendo a un colega, explica cómo vivió esa experiencia y la manera en la que su cerebro consiguió colarle que era hijo de unos dioses, que su novia triunfaba en la cartelera o que había estado en un directo de Mozart.

Aunque pueda parecer muy gracioso, obviamente, no lo es. Cada una de estas ideas formaron una cadena de acontecimientos que llevaron a ingresar en la unidad de psiquiatría. Y, lo peor -o quizá no-, a salir de allí y enfrentarse con el desconocido en el que se había convertido. Sin saber si volvería a poder escribir. Si conseguiría volver a hacer reír. Y preguntándose dónde estaban aquellas voces que, aunque lo hubieran llevado hasta ese extremo, también habían sido compañeras, consejeras.

Redescubrir el mundo es toda una odisea. También un tsunami de humanidad, de gratitud hacia quienes están y permanecen. Ángel se enfrentó a preguntas dolorosas, desconcertantes y a todas aquellas cuya respuesta ya daba por sentada. Aprendió a bailar con el miedo, a utilizar las herramientas adquiridas para mejorar su existencia y para ayudar a quien pudiera transitar por senderos parecidos. También para estar preparado. Por si las voces vuelven.
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