Por si las voces vuelven

El libro se vende dejando ver al lector que su autor sufrió un brote psicótico a consecuencia de tal vez un cuadro ansioso depresivo, estrés o algo similar, cuando la verdad es que ocurrió por un continuado abuso de alcohol y drogas. Si esa info se conociera antes de comenzar a leer, mis expectativas hubiesen sido enfocadas hacia otro punto y no del modo en que lo hice.

No me gusta cómo romantiza lo ocurrido diciendo, según sus propias palabras, que es lo mejor que le ha podido ocurrir en la vida. Me parece bien que quiera normalizar el uso de ‘loco' y ‘locura' sin que esos términos sean usados con una connotación negativa dentro de un lenguaje coloquial (e incluso vulgar en ocasiones) de la salud mental, pero no que lo haga para blanquear, idealizar y vender libros contando las cosas de la forma en la que él lo hace. Lo considero una falta de tacto y sensibilidad por su parte.

El libro en sí da la sensación de estar mal estructurado y escrito sin reflexionar antes sobre qué incluir y cómo hacerlo (escritor brújula), pero de mala manera: empieza a hablar sobre algo y lo deja a medias para decir que continúa después hablando de ello y cuando lo hace, vuelve a ponerte en contexto, repitiendo así todo lo anterior.

Recordemos que el autor es también cómico, con un humor serio un tanto particular. Ese humor está presente constantemente entre las páginas del libro. Considero que su forma de escribir, queriendo hacer partícipe al lector de esa “gracia” que él tiene, no ha sido la más acertada, escribiendo líneas muy poco respetuosas tanto con personas que consumen o lo han hecho, pacientes de salud mental y por supuesto, de su entorno más cercano, que también sufre las consecuencias.

Para ser una lectura vendida como de autoayuda, no cumple con ese cometido.