Cuando a tu vida se le ha concedido el indulto, es imposible no sentir algo de afecto por la persona a quien debes ese indulto.
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Cuando a tu vida se le ha concedido el indulto, es imposible no sentir algo de afecto por la persona a quien debes ese indulto.
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La vida es tan bella que la muerte se ha enamorado de ella, un amor celoso y posesivo que agarra todo cuanto puede. Pero la vida salta por encima de la muerte con facilidad y en el fondo, lo poco que pierde carece de importancia —como el cuerpo, por ejemplo— y la melancolía no es más que la sombra de una nube pasajera.
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La edad de la inocencia