La ladrona de libros es una historia bien contada de cómo la inocencia debe descubrir y enfrentarse al mundo de las palabras, entre ellas al nazismo y su correlativo heil Hitler! Un viaje en tren, una visita de la Muerte y un libro perdido, llevarán a Liesel Meminger a su destino con Hans y Rosa, el púgil judío, Rudy el del pelo amarillo limón, y una biblioteca que calla a gritos. Se te encoge el corazón en las últimas 150 páginas, maldecís a Zusak por tu sufrimiento, y luego caes que en la cuenta que el relato no podía ser de otra manera. Puedes ver rayos de sol atravesando una ventana y rebotando en tu rostro en las páginas pero una nube negra cargada de relámpagos y agua flota a unos kilómetros, latente, esperando que una ráfaga de viento la atraiga a tu sitio y caer. Son hechos históricos que existieron y no podemos borrarlos por más que lo intentemos, podemos ver el lado positivo pero siempre pesarán las miles de vidas inocentes que se perdieron a causa de la codicia y la sed de poder de hombres que se creyeron superiores para hacer lo que hicieron. Los monstruos no son los de los cuentos o los que imaginas bajo tu cama sino podemos ser cualquiera de nosotros a través de nuestras elecciones. Recuerdo a una de mis profesoras de Historia al contar que al primer discurso de Hitler asistieron solo un par de personas y en cada nueva reunión aumentaba el número de seguidores hasta llegar a ser lo que fue y su caída en picada. Las palabras son las armas más poderosas que tenemos, tanto sea para hacer el bien o para el mal, es justamente lo que comprendió Liesel con el paso de los años y el mensaje que nos da. Mi calificación de 4 estrellas se debe fundamentalmente a que no me convenció la narración de la Muerte y sus adelantos a los acontecimientos, prefiero el efecto sorpresa. Recomendado para los amantes de la novela histórica de la Segunda Guerra Mundial (Prepárense sus pañuelos tissue). |