Enigmas para un rey

Descubrir a un autor nuevo es una de las cosas que más me gustan, pero verle evolucionar me gusta todavía más. Y sin duda alguna, después de leer la última entrega de la serie Marco Duarte, puedo decir que Javier Marín se ha superado a sí mismo.

No solo se percibe un salto brutal a nivel narrativo, si no que además la calidad de la historia es innegable. Las tramas de Javier siempre me han gustado, pero en este libro, el desarrollo me ha parecido muy superior al de los anteriores.

Con un estilo muy cinematográfico (las partes de acción están tan bien descritas que imaginarlas es una maravilla), asistimos al encuentro final entre el equipo de Marco Duarte y el asesino que les ha mantenido en jaque desde Tablero Mortal.

La evolución de los personajes es impecable, el ritmo de la trama no da tregua y el final es una maravilla. Un broche de oro para un caso con el que este equipo, al más puro estilo Mentes Criminales, me ha hecho disfrutar durante tres libros.

Quizás la única pega que le pongo es que me ha dejado cabos sueltos en la historia global que me hubiese gustado aclarar, pero que quedan en un plano secundario por lo mucho que he disfrutado de esta historia.