Morirse es de mal gusto

Estamos en el Hollywood de 1940. Para celebrar el inicio del rodaje de la película César, el productor Charles Richmond reúne en su mansión a una serie de personas. Los invitados son los actores principales, Edna Blackwell y su esposo Kenneth Wilcox; la joven actriz recién descubierta por el productor, Gladys Goodwind; Melvin Drake, el guionista y su prometida Grace Pennington que trabaja en el departamento de vestuario de los Estudios Richmond. Además se encuentran en la casa, Bernard, el mayordomo y Jacqueline, la criada. La cocinera ha tenido que salir con el chofer a la ciudad, a comprar unos ingredientes que le faltaban para elaborar la cena.
Cuando por culpa de una gran tormenta, quedan incomunicados, y después de un apagón, aparecerá asesinado Bernard, el mayordomo. Ante la imposibilidad de ponerse en contacto con la policía, (el teléfono no funciona), deciden pasar la noche juntos investigando, haciendo de detective Melvin, el guionista.
Además de la época, tiene una puesta en escena propia de una novela de Agatha Christie: el asesino solo puede ser uno de ellos, y no tiene posibilidad de huir y salir de allí.
Poco a poco nos iremos enterando de los secretos de cada uno de los personajes ya que la víctima guardaba un diario con todo tipo de información y chismes de todos los presentes. Cualquiera de ellos puede tener motivos para hacerle callar, cualquiera puede ser el asesino.
Tiene algunos toques de humor, a pesar de la gravedad de la situación, y al tener muy pocas páginas se hace una lectura rápida, entretenida y divertida.
Morirse es de mal gusto es una novela corta entretenida y divertida que se lee muy bien y aunque se trate de la investigación de un asesinato se lee con una sonrisa.
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