Esta ha sido una lectura tan bonita y acogedora que, ya advierto desde el inicio, solo voy a poder decir cosas buenas de ella. La narrativa de la autora es buena pero, lo que se lleva la palma, es la ambientación y las descripciones. Quién no ha sentido unas ganas impresionantes de estar en esa buhardilla, de subirse a La escoba o de tomar un té hecho por Mika. No puedo negar que me he sentido extremadamente bien leyendo este libro, que tenía ganas de cogerlo y leer en todo momento y que si no lo he hecho ha sido porque estaba leyéndolo en una lectura conjunta y quería respetar las metas pero, si por mi fuera, hubiera caído en dos días. Volviendo a la narrativa de la autora, hay que admitir que las reflexiones que hace son muy profundas e importantes. La forma en la que se trata el tema de la soledad, la familia, la compañía y el cómo no tenemos que dar todo por sentado, que podemos hacer algo, aunque sea poco, para intentar cambiar el mundo a mejor, se hace de manera tan magistral que ya tengo ganas de releerlo y eso que lo acabo de terminar. La verdad es que lo mensajes que manda son muy potentes y están muy bien expresados. En ningún momento sientes que te están dando la chapa sobre un tema en concreto, se siente muy orgánico y natural. Otro punto muy a favor de este libro son sus personajes. Desde la protagonista, Mika, con la que puedes sentirte 100% identificada, hasta el gruñón de Jamie o Ken e Ian, todos son perfectos y únicos a su manera. La relación de amor que se desarrolla a lo largo de sus páginas es perfecta. Llevaba mucho tiempo sin creerme o sin que me entusiasmara la parte romántica de los libros pero, en este caso, me ha tenido dentro desde el inicio y creo que ha sido por la naturalidad con la que se enamoran. Por último, mencionar la importancia de la inclusión y de tener referentes que sean iguales a nosotros/as. Cosa que en este libro también se hace genial. Ojalá y traigan pronto al castellano el libro que se publica este año de esta autora. + Leer más |