Visiones 2022

Después de lo sucedido en los últimos años, donde hemos tenido que aprender a reinventarnos en muchos aspectos que antes dábamos por sentado (desde las relaciones personales hasta el uso de redes, pasando por los propios procesos científicos), cabe suponer que la literatura necesitaba ser reflejo o eco de esas nuevas experiencias. Por ello, las seleccionadoras de este año, decidieron que el tema para la recopilación fuera «mundos sostenibles», con la idea de imaginar mundos más justos, donde la premisa fuera el intento de igualdad entre todos los habitantes del planeta, pero no perfectos, por lo que cupieran defectos, problemáticas nuevas, ideas dadas la vuelta, etc.
En este sentido, y bajo mi punto de vista, los relatos nos dan una perspectiva muy interesante en referencia a dos ejes: una vez conseguida la igualdad, ¿qué es la igualdad? ¿Y entonces qué tenemos que hacer?; y ¿qué tiene que decir la naturaleza de todo eso? Dos ejes complejos, que se fragmentan en muchas hipótesis y que nos llevan a plantear de manera crítica otras muchas cosas, y de los cuales surgen estos relatos que nos llevan desde un punto de desesperación casi irresoluble hasta el rayo de esperanza que nos puede animar avanzar.
Así las cosas, la antología nos ayuda a bosquejar todos esos futuros posibles, pero también a poner en jaque nuestro presente y nos invita a intentar mejorarlo. A este hecho ayuda que sea una antología, porque no solo tenemos narraciones breves que podemos leer en un rato, sino que permite también comparar en el mismo espacio las soluciones y contramedidas sobre los temas desarrollados a lo largo de los diferentes relatos.
La selección
La antología está compuesta de quince relatos que nos llevan por todos los subgéneros de la ciencia ficción: relatos de androides, de cyberpunk, político-económica, distopía ecologista, centrada en lo psicológico, space opera, relacionadas con la red… En ellos, no solo encontramos el cumplir la premisa de la antología, sino también cierta inquietud por las soluciones que sus diferentes humanidades han planteado ante el desastre ecológico y social global. En este sentido, los relatos son muy interesantes porque ofrecen una diversidad de soluciones que unas sí se contemplan, pero otras parten de cierta radicalidad, algo así como el atreverse con todas a dar un paso al frente.
A continuación, mencionaré aquellas que más me han gustado, bien porque me han llamado la atención o bien porque me han removido la conciencia. al final, una selección de la selección, así que os animo desde ya a descubrir todos, los mencione o no.
Relatos de polarización
Competencia desleal, Alfred Almasy
Un empleado de una gran corporación acude a un asentamiento para presentar la postura de su empresa ante las actividades que están realizando en torno a un Gran Manzano. La historia nos muestra el modo de vida del asentamiento, las causas de su existencia y la comparativa con la vida en la gran ciudad.
Lo que me ha gustado de este relato es que en muy pocas páginas el autor de este relato consigue hacernos enfadar y sonreír, ya que no dejamos de sentir cierta condescendencia ante este individuo venido a más y rabia por el engaño y la poca responsabilidad que la gran corporación muestra ante las personas. Sin querer decir nada del final, quizá yo hubiera ahondado un poco más en el choque que siente el ciudadano (el empleado de la corporación) ante el asentamiento, pero es verdad que el reflejo de la esperanza hace que quede muy interesante.
En esta línea también encontramos el relato de «El Límite» de Ángel Zuare, donde vemos la vida de un empleado desde sus primeros pasos en la empresa hasta casi el fin de sus días.
Estamos en manos de otros
Dúctil, Estíbaliz Burgaleta
Una mujer recibe una llamada para probar de manera gratuita un nuevo modelo de androide, pero ella se niega. La otra parte de su baluarte de resistencia es su vecino Eduardo, los dos únicos en todo el vecindario que no han sucumbido a ninguno de los modelos de robot o androide. Sin embargo, un hecho descabala las concepciones de nuestra protagonista.
En este relato, la autora nos presenta un mundo donde la ayuda de las inteligencias artificiales en forma de androides está a la orden del día. Con la idea de que hacen todo aquello que no queremos hacer, estas máquinas han ido evolucionando poco a poco para parecerse más y realizar más tareas. Así la narración nos ofrece una visión en contra de este progreso, quizá desde el más puro punto de vista tradicional, sin embargo, en su reflexión final provoca en el lector una zozobra difícil de conseguir y que la autora consigue con todas las de la ley: ¿qué es real?
En este sentido, encontramos también los relatos «El protocolo DEASURA», P. G. Escuder, en el que un androide cuida de la biología de un cuadrante del océano y puede activar un protocolo cuando ve su misión en peligro. Este, DEASURA, lo humaniza para poder comprender la importancia de su cometido; y también «Árboles en la noche», Ramiro Sanchiz. En este último caso casi no contaré nada, porque todo podría ser spoiler, pero es sin duda uno de los que más me ha gustado, porque trata la fantasía (entendido como idea imaginativa) de quién nos gobierna realmente.
Revolución natural
Societas formica, Flor Canosa
En una sociedad que ha evolucionado bastante desde la nuestra, Moira y su amigue, Cian, revolucionan su comuna a partir de la observación de los animales que les rodean, hormigas y avispas.
Ya sé que la sinopsis que os he dejado es muy escasa, pero contar más implica desentrañar todo el complejo social y educativo del relato que nos lleva a examinar cómo estamos ahora y a ilusionarnos por cómo puede llegar a ser en cuestiones de género, familia, etc. Además, nos plantea la adaptación a partir de la observación de lo natural, algo que parece que poco a poco vamos perdiendo en nuestra actualidad, y, lo que más me ha gustado del relato, la cuestión de que la juventud, más allá de las categorías tradicionales, puede salvarnos con su manera de ver el mundo. Sin embargo, con todo sí que le pongo un pero y es que la historia (ya lo veréis) es una historia de supervivencia, pero no de superación. Quizá una metáfora demasiado realista de nuestras posibilidades.
Dentro de esta temática, encontramos también el relato «Es nuestra mente un bosque», de Kumal Eleander, un relato desgarrador que invierte la idea tradicional de indefensión de la naturaleza.
El espacio como salvación
La expatriación cósmica, Aldo Vicente
Melanie, una científica dedicada a la recuperación del oxígeno en la Tierra, se queda sin tiempo y va a ser deportada a un exoplaneta con su hijo.
Y de nuevo, como con el anterior, apenas cuento nada, porque el relato condensa en muy poco espacio motivo, giro y resolución. Sí os puedo decir que este me ha gustado especialmente porque es uno de los pocos que tienen un final de esperanza para toda la problemática ambiental, cosa que se va agradeciendo. En la misma línea encontramos «Floreciendo», de Pilar Fernández, que se opone, en cierta medida, al mencionado anteriormente «Es nuestra mente un bosque».
Elementos finales
Después de este recorrido, la verdad es que parece que los relatos se han ido casando unos con otros. Sin embargo, quedan muchos sin mencionar, pero no podía dejar de mostraros tres, para mí de difícil clasificación, que nos ofrecen tres historias muy bien escritas y que nos tocan en temas quizá más psicológicos o emocionales.
La séptima hermana, David Mancera
Se ha establecido un protocolo en la Tierra. Con la capacidad de conectarnos sinápticamente unos con otros, se ha desarrollado la teoría de la metafamilia: si queremos continuar viviendo en la tierra, tenemos que conectar nuestro cerebro al de resto de personas, así nuestra psique podrá fusionarse con las del resto hasta volver a brotar de nuevo.
Esto, explicado más o menos, porque los conceptos manejados en el relato son más amplios, nos lleva a una solidaridad impuesta que intenta garantizar un mundo mejor, pero que dice mucho de nuestra calidad como humanos. Lo interesante es el final, que nos deja entrever lo interesante del concepto y cómo podemos aplicarlo en la actualidad.
Monstruos imposibles, Elena Tejedor
En una comunidad donde el ciclo de la vida son todo decisiones propias, el fin de la vida de un adulto son los 40 años. Esta elección se hace por el bien del ciclo de la vida, por ello no existen personas ancianas. Pero, ¿qué pasa si estas siguen existiendo?
Reconozco que esta historia me ha tocado un poco, porque de un tiempo a esta parte tengo ese «pánico» a la vejez que tanto nos lleva a retocarnos, cuidarnos y, en cierta medida, tener complejo de Peter Pan. Sin embargo, creo que el relato enseña un valor muy importante, que es nuestra validez más allá de nuestra comunidad. No tenemos que pensar si somos inútiles para los demás, sino lo útiles que somos para nosotros mismos y, de este modo, al resto.
El bar de justo después, Nicola Catellani
Un hombre se despierta desorientado y ve cerca un bar. Entra en él y descubre que es El bar de justo después, algo así como un lugar donde la persona recién fallecida asume su condición. En el transcurso del diálogo con la camarera, acusado en falso, el protagonista asume sus crímenes, excepto el último.
Y con un giro final magistral, encontramos en este relato una dimensión diferente a los anteriores, esto es cuánto de aplicable es ese futuro imaginado al ahora y qué implicaría esos avances en nuestros derechos y en la ética. Una narración muy sencilla y directa que nos lleva al tema de la trascendencia en un parpadeo.
¿Qué más decir?
Pues poco más. Reconozco que en esta antología me he cortado poquito a la hora de hacer la reseña, pero es que creo que el tema de enlace es tan interesante y nos toca a estas alturas tan de cerca que es mejor ir preparándonos de una manera menos lesiva (la literatura) que volver a pegarnos un golpe, como nos ha sucedido hace poco.
A todo esto añadimos que la calidad de cada uno de los relatos es fantástica tanto a nivel de estilo, como de planteamiento de grandes cuestiones. Por todo ello os invito a leerla y a disfrutarla. Espero que os animéis con ella.

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