 |
"Lo que eres ahora no es lo que siempre has sido, ni es lo que siempre serás. Eres una víbora. Muda la piel si ya no te sirve. Transfórmate en algo diferente. Algo mejor". He aquí la reseña de Los Hijos del Rey. Lo empecé con un poco de miedo porque he leído críticas con desilusiones. La edición que tengo no tiene error alguno en la traducción y aunque es cierto que en el primer tomo, la historia era más fresca, veo que se continúa con la aventura aunque el tono sea más serio. Después de todo lo que ocurrió en Modraniht, Lou y Reid & Cía se encuentran refugiados en el campamento El Hueco. Huyeron del Chateaux le Blanc, el lugar donde vive el aquelarre de las brujas blancas, quienes tienen como objetivo la muerte de Lou a órdenes de Morgane, su diosa actual, para alcanzar la eternidad y el poder total del mundo. Con el fallecimiento del arzobispo, todos los secretos de nuestros protagonistas salieron a la luz y ahora hay carteles de su búsqueda y captura por todo Cesarine, a cambio de una buena recompensa real, lo que hace que tengan en su contra también a todos los chasseurs y a la misma Iglesia. Una nota anónima les da el chivatazo de que el día del funeral las brujas le Blanc armarán una masacre, de hecho ya han empezado a dejar sus primeras pistas matando a los hijos bastardos del rey, con lo cual a nuestros chic@s no les queda otra que buscar alianza con todas aquellas criaturas que no están ni a favor del uso de la magia para la supervivencia, e incluso con otros grupos de brujas que en su día fueron desterradas del Chateaux, y hacer una buena estrategia en conjunto para acabar de una vez por todas con la Dame des Sorcières. Necesitan llegar a tiempo para hablar con el rey y convencerlo de lo que está sucediendo. Claud Deveraux y su circo ambulante la Troupe de Fortune aparecerán en el mejor momento para enmascararse y poder entrar en Cesarine sin ser reconocidos. Leer a Shelby Mahurin es una exquisitez. Su pluma es tan detallada y elegante que no cuesta adentrarse en el ambiente francés que nos describe. Este segundo libro de la trilogía Asesino de Brujas me ha parecido más profundo, conocemos de cerca los pensamientos de los personajes, incluso los secundarios tienen más protagonismo, entendemos el por qué de sus actos. Los capítulos siguen narrados a dos voces, la de Lou y la de Reid. Sigo queriendo a esta bruja tan divertida, se me hace muy amena, me lo paso bien con ella, adoro sus sentimientos. En cambio, vemos a un Reid que se encuentra debatiendo su propio duelo, con él mismo, con su identidad, con la magia, está intentando reconciliarse con ese pasado suyo que acaba de conocer y que lo hace ¿único? Aún nos queda mucho por saber. La relación de amor entre ellos ya no es de conquista, ahora ya son un matrimonio y seremos testigos de sus altibajos. Coco y Ansel, Ansel y Coco, ay, y Beau. Aparecen en escena más seres fantásticos, las brujas de sangre y los hombres lobos, seres antiguos, y nuevos escenarios. Espectáculos y pruebas a superar, más rituales, traiciones inesperadas y un final que te deja con la boca seca. Atención a la portada del libro, tiene un gran simbolismo. Si al terminar el primer libro creí haber entendido este mundo, con este segundo se quedan abiertas muchas incógnitas que espero se nos revelen en el final de la historia, deseando leer la continuación. |
>
