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Es realmente admirable cómo Belén López Peiró ha conseguido transformar los episodios más duros de su vida en algo tan bello e inolvidable como 'Por qué volvías cada verano', 130 páginas donde narra los abus0s que padeció en su adolescencia por parte de su tío. López Peiró mezcla extractos de declaraciones judiciales con sus pensamientos y también monólogos de personas de su entorno que parece que nos gritan a un palmo de la cara. No podía evitar imaginármelos como actores sobre un escenario oscuro, solamente con un foco iluminando sus caras al dirigirse directamente al público, dejándonos al borde del alarido de rabia e impotencia o, directamente, en un mar de lágrimas. Y es que la autora tuvo muchos apoyos, pero también se encontró con muchas resistencias y presiones para que no hablase. al oponer esta disparidad de respuestas a su denuncia, no solo nos relata la agres¡0n con el mayor ángulo posible, sino que nos ofrece un auténtico alegato a no callar, pues el silencio siempre es cómplice, a no dejar que el verdugo gane por más fracturas que se creen alrededor. Porque es ella quien realmente está rota. A quien él ha roto. Quien nunca podrá recomponerse del todo. Quien sufre las secuelas y consecuencias. Y hablar y denunciar nunca será una postura egoísta. Ya no solo por lo personal (como si eso no fuese suficiente), sino porque cada denuncia aislada, y sobre todo cuantas más sean en conjunto, ayuda a que muchas otras también den el paso. Aunque dejen un sabor agrio, no me canso de recomendar este tipo de obras, que te remueven las tripas a la vez que te maravillan por su belleza literaria. |
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