Yo, que había conocido aquel Buenos Aires en 1862, patriota, sencillo, semitendero, semicurial, semialdea, me encontraba con un pueblo con grandes pretensiones...
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Yo, que había conocido aquel Buenos Aires en 1862, patriota, sencillo, semitendero, semicurial, semialdea, me encontraba con un pueblo con grandes pretensiones...
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El romanticismo es la adolescencia del arte; la malicia, esa diosa madura que observa el mundo con una mueca perpetua, se ríe de los poetas gemebundo y enamorados; pero la juventud sueña y delira, y creo que no hay hombre, por áspero y frío que sea su carácter, que no tengan la memoria, así como un lejano paisaje, la escena en la que han despertado sus primeros sentimientos.
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Como agua para chocolate