El polvo flotaba en el salón entre los rayos de luz que se colaban por los huecos de las persianas. Dentro, el aire estaba enrarecido. Fue del salón al dormitorio principal: estantes abarrotados de basura cubierta de polvo; la cama con una almohada plana y amarillenta en la cabeza; una cómoda repleta de botellas de medicamentos. Todas las paredes estaban recubiertas de madera, cosa que hacía que la casa pareciera oscura incluso a plena luz del día. Cuando levantó la vista, Sam vio las siluetas de insectos muertos dentro de las pantallas de las lámparas. Al final del pasillo estaba el antiguo cuarto de Dennis, con la puerta cerrada. Pasó por el lavabo y miró por la rendija de la puerta. En la cocina, el fregadero estaba lleno de agua estancada; una cucaracha trepaba por un plato sucio. El linóleo que tenía bajo los pies se estaba soltando y se desprendía de los armarios. Había una ventana rota tapada con cinta adhesiva. Sam se tapó la nariz y la boca con una mano e intentó abrir la puerta trasera, pero se quedó trabada en el marco. No había nada al otro lado, solo las malas hierbas detrás de la casa. + Leer más |