No se puede regresar a los sitios aquejada de una continua melancolía por lo que ya no existe.
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No se puede regresar a los sitios aquejada de una continua melancolía por lo que ya no existe.
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Mi madre me dijo, qué va a ser de ti, qué va a ser de vosotros. Y no entendí hasta muchos años más tarde el significado de la angustia que acucia a una madre al ser consciente de que va a abandonar a quien todavía no puede salir a la intemperie.
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Hay traumas que en vez de brotar de una experiencia brutal se cuecen a fuego lento hasta conformar nuestro carácter.
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la infancia [...] me ha permitido entender que en la melancolía o en la pena siempre hay un recoveco por el que se filtra la alegría. Y que la alegría a su vez ha de estar abierta a la tristeza para no convertirse en un sentimiento estúpido y banal.
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Para tranquilizarme, solía decirme que una niña jamás debía tener miedo a la oscuridad porque Jesucristo siempre estaba ahí, sentado en la cama, velando por mi sueño. Yo no quería tener a ese hombre barbudo y vestido con túnica sentado a los pies de la cama.
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Ahora tenéis que cuidarla, dice alguien. La niña, al oírlo, alberga los dos sentimientos que ya no habrán de abandonarla nunca, el de la responsabilidad y el de la amenaza. La responsabilidad es una presión en el pecho, la amenaza de la muerte, el apretón de una garra en la nuca.
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¿Cómo va a empatizar con el dolor de los demás aquel a quien no se le ha permitido mostrarlo?
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Le da más miedo morir en soledad que morir.
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Hay traumas que en vez de brotar de una experiencia brutal se cuecen a fuego lento hasta conformar nuestro carácter . Si borrara mi trauma, ¿se desvanecerían los años de mi infancia?
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A veces la ficción, al describir a un personaje escuetamente, convierte en estereotipo o en caricatura a una persona compleja, que no cabe en un libro. Mi padre no cabía en dos adjetivos, no cabe en un libro, porque ese hombre áspero y rudo, charlatán, sin duda, que carecía de la malicia de quienes encubren la vanidad con falsa humildad. Ese hombre verborreico y fanfarrón, que a veces podía ser cruel, estaba también incapacitado para el rencor, y no pudiendo resistir las ganas de vernos, nos escribió una carta, una carta sincera y honda, declarando que sus sentimientos estaban por encima de cualquier malentendido literario. Esa carta, que no he podido volver a leer, porque me hace daño, y que provoca en mí una mezcla de remordimiento y de amor, está fotocopiada entre sus papeles, como fotocopiada está su vida entera, en su afán de que nada quedara en el olvido.
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¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?