Cauterio

Puede que construir una historia con dos tramas paralelas sea complejo. Puede que la autora de origen argentino Lucía Lijtmaer, asentada desde hace años en Barcelona, consiga mantener la intensidad de las dos tramas mejor o peor, pero lo que verdaderamente cuenta es que consigue captar la atención del lector a través de dos voces. Una voz de mujer sin nombre, del presente, que intenta sobreponerse como puede tras una relación emocional, tiránica y abusiva, y una voz de mujer del pasado, enterrada en una playa, sin acabar de asumir su muerte, que también sufrió una relación emocional tiránica y abusiva. de cauterizar las heridas es de lo que se trata, de superar las heridas provocadas, en el fondo, por una sociedad patriarcal que las oprime y las oprimió, limitándolas a unos roles de género de los que tratan de huir.
Que las dos tramas estén interconectadas también, por el tema del urbanismo es lo que menos me ha interesado, aunque me ha llamado especialmente la atención que la voz del pasado, inspirada en Deborah Moody, sea una persona real, de origen británico, que huyó al Nuevo mundo en busca de oportunidades y organizó diversos asentamientos coloniales, descritos por Lucía Lijtmaer como algo parecido al “protofeminismo”, desde Salem hasta Nueva York, para acabar convirtiéndose en una líder anabaptista y en la diseñadora del primer trazado urbanístico de Gravesend (hoy Brooklyn) en Long Island. Todo eso en pleno siglo XVII, lo que le valió ser considerada como una mujer peligrosa, pero temida por su poder económico.
Sin embargo, lo más interesante de “Cauterio”, novela que fue publicada en abril de 2022, es la desmitificación que hace del amor romántico y la sororidad, al mismo tiempo que rompe con la idea de que el machismo esté ligado exclusivamente a una ideología conservadora. La autora describe a las dos protagonistas femeninas con todos sus claro-oscuros, con sus pensamientos suicidas y apocalípticos, como una respuesta a las traiciones vividas, que conducen a la depresión y a los deseos de venganza. Y tal vez, la venganza final de una de ellas tenga un punto grandilocuente, o tal vez no. Quizá esa venganza sea más necesaria de lo que pensamos. Lo que está claro es que esta novela no tiene nada de pretenciosa, como opinan algunos. Lo que quizá sí es algo desconcertante y fascinante su final, un final donde el flirteo de Lucía Lijtmaer con el realismo mágico se hace muy patente.

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