Del color de la leche

Hay libros que calan profundo, que remueven y estremecen, sin necesidad de tener un extenso número de páginas; historias que se leen en un ratito y que, sin embargo, se quedan contigo para siempre.

Este es el caso de “Del color de la leche”, de Nell Leyshon, un relato corto pero muy intenso, tan trágico como hermoso, sencillo y con una estructura muy original. Nos encontramos en pleno siglo XIX, entre las paredes de una paupérrima granja de la campiña inglesa y, como suele suceder, pobreza casi siempre significa sufrimiento, a veces incluso abuso y, sobre todo, indefensión.

Una de las cosas que más me han fascinado de esta historia es la capacidad de la autora para narrar las situaciones más injustas, dolorosas e incluso violentas con una elegancia y una sencillez que, lejos de suavizar lo que se nos narra, en mi caso ha producido un efecto aún más doloroso y una mayor sensación de impotencia.

A través de los ojos de Mary, una adolescente campesina, seremos testigo de las duras condiciones de trabajo del campesinado de esta época, por supuesto del trato a la mujer (incluso desde la infancia), así como de las diferencias de clase, el analfabetismo, la importancia de la educación…

Como digo, un libro muy corto que contiene profundas reflexiones y críticas a una sociedad en la que la desprotección de las personas más vulnerables era total, en la que regía la mano dura del varón y en la que los deseos, los anhelos e, incluso, los derechos más elementales quedaban relegados a los deseos de la figura autoritaria, tanto en la familia como en la sociedad, figura que, generalmente, era masculina.

Una obra muy recomendable, cargada de belleza y simbolismo, que deja en la mente y en el corazón del lector un rescoldo de dolor y ternura, una sensación de tristeza e impotencia, y un cariño y comprensión total hacia la protagonista como representante de tantas chicas y mujeres que se vieron obligadas a vivir lo mismo.

Una obra de lo más recomendable.