Mi compañero de piso es un vampiro

Cassie es artista, pero le es difícil ganarse la vida. al borde del desahucio, encuentra un apartamento demasiado bueno para ser verdad. Su nuevo compañero de piso, Frederick, dista de ser normal. Duerme todo el día, sale por la noche y habla como en una novela de la Regencia. También le deja notas, se preocupa por su arte y le pregunta por su día. Y no está mal sin camiseta. Pero cuando Cassie encuentra sangre en la nevera, Frederick tiene que confesar... que es un vampiro. Y tiene una proposición para ella.

Esta novela va sin pretensiones: ya el título no da lugar a la imaginación, así que no hay ningún gran misterio, pero me ha encantado que sea así. Mi compañero de piso engancha mucho: tiene un estilo muy ligero que engancha desde el primer momento. Me he sentido muy identificada con Cassie; es una de las poquísimas protagonistas mayores de 30 que he leído, tiene una edad a la que “debería” tener la vida solucionada y no es así, además de que su vocación artística y su carácter más soñador son geniales. A pesar de que Frederick no es narrador, lo conocemos muy bien, y es un personaje tan peculiar que me ha encantado. He visto algún detalle que me ha chirriado con este personaje, pero una ya sabía a lo que iba. He disfrutado mucho de que se intercalen cartas, diarios y mensajes de texto con la narrativa. La trama es sencillita, ideal para desconectar e intercalar entre lecturas más densas. Tienes las risas aseguradas, pero esa portada tan sencilla esconde mucho más de lo que parece; eso es mejor que lo descubras tú, pero trata temas más profundos de lo que esperaba. Creo que no puedo decir mucho más para no hacer spoilers, pero la recomiendo un montón. Es justo lo que te esperas, una novela confort para sonreír en una mala racha.
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