Yo no sé de otras cosas

Llevo días dándole vueltas a cómo hablar de esta historia que me ha transmitido tanto, y seguro que lo que cuente no le hace justicia.

Lea, su protagonista, me ha cautivado por completo. Tiene 19 años y lleva toda su vida en un pueblo muy pequeño, con la misma gente, entre cuatro calles, un ultramarinos, una iglesia y un bosque. El bosque. No puede dejar de mirar ese bosque mientras le cuenta a un desconocido, que acaba de encontrar sentado en un banco, cómo ha llegado el fin del mundo. Su fin del mundo. le habla de su vida, de la de las gentes del pueblo, de la de su padre, su madre y su hermana... Y de su ardor en la tripa, que viene y va, que no la deja, porque se ahoga, se apaga, se muere si no sale de ahí, pero a la vez siente que no puede irse.

Un monólogo que sale de ella como un torrente, casi sin parar, con una voz muy personal. Lea es arrolladora, no te deja respirar, y es como si te hablara. Más de una vez sentí que yo era ese señor al que le estaba explicando todo.
A veces de forma desordenada, casi a bocajarro, va dejando ver escenas, hechos, y poco a poco vas atando hilos, y comprendes a dónde quiere llegar Lea. Como si necesitara poner voz a todo lo que siente y lo que ha pasado para comprenderlo mejor. Se autonvence, se justifica ante ella misma, se libera.

No quiero contar más porque creo que es mejor entrar en la historia sin saber mucho. Aunque es dura creo que tiene muchísima fuerza y personalidad, y además está enfocada de una forma diferente y original que me ha gustado mucho. Seguro que Lea no os deja indiferente, tenéis que conocerla.