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Si las cosas siguen como están previstas, todos nos haremos viejos. Parece que la vejez y la soledad son dos enemigas condenadas a vivir bajo el mismo techo. La reflexión es dura, asusta, pero es inevitable. Diario de una buena vecina ahonda en ello, en la vejez, en cómo pueden llegar a ser los últimos días de una persona cuando la familia y el sistema le han fallado. También habla, y de esto se oye y parece que importa poco, sobre las emociones que experimenta la gente mayor hacia sus años, hacia todo aquello que ya no pueden tener o realizar. A través de dos mujeres, Janna y Maudie, Doris Lessing nos presenta una amistad que parece imposible pero que se fragua por diversos motivos: egoísmo, intento de compensación por los errores cometidos en el pasado, necesidad y soledad, pero que encuentra un punto intermedio donde ambas conectan y se unen. Para llegar a este punto la autora no se vale de fórmulas melodramáticas o grandes tensiones narrativas, al contrario, desnuda a estos personajes, los muestra en toda su debilidad y fortaleza y deja que ambas encuentren las cosas que buscan y necesitan de la otra. La novela combina distintas estructuras. El diario, saltos en el tiempo, etc., para mostrarnos diferentes enfoques en la vida de cada mujer. Lessing es incisiva en señalar a las mujeres mayores como seres de carne y hueso, con vidas, vicios y virtudes. No comete jamás el error de infantilizar la vejez para crear compasión en el lector. La compasión vendrá, sin lugar a duda, pero desde una perspectiva diferente, desde la llamada de atención sobre los problemas reales a los que este espectro de la sociedad se enfrenta y la poca o nula ayuda, compañía y atención que reciben. Diario de una buena vecina no es una novela blanda, tampoco lo son sus personajes. Janna trabaja entre mujeres jóvenes y llenas de sueños y ambición, y también convive con Maudie y las mujeres mayores a las que decide acompañar. Ella está justo en el centro, un momento crucial para analizar el pasado y mirar con titubeos hacia el futuro. En este sentido Lessing lo clava, y a través de Janna se intuye muchas veces a la autora y su crítica feroz hacia los roles considerados femeninos. Y no se queda allí, en varias ocasiones se despacha contra nosotras (las mujeres) y nos recuerda dos o tres cosas que deberíamos tener en cuenta antes de lanzarnos a luchar por causas estériles. Doris Lessing es guerrera entre las guerreras. En unos días será mi cumpleaños. Ya estoy biológicamente bien instalada en eso que llaman ‘madurez'. No sé ni cómo llegué aquí, pero cada día soy más consciente de que los años pasan volando. Me preocupa mi vejez, las cosas prácticas a las que me voy a enfrentar, pero nunca había pensado en la parte emocional, en la rabia, en la frustración, en mi cabeza enfrentando cada día la cercanía de la muerte. Quiero mantener mi dignidad lo más intacta posible para poder llevar mejor, cuando llegue ese momento, todo lo que voy a enfrentar en mi interior. Quiero que mi dolor sea real y que no sea visto por los demás como la pataleta de una anciana a la que todos traten como a una niña pequeña. Quiero seguir siendo una mujer, un ser humano. Este libro me abrió un mundo de reflexiones sobre lo que vendrá y agradeceré siempre su lectura por ello. Soy devota de Doris Lessing. Recomendado para todos aquellos que abrazan la complejidad de las distintas etapas de la vida, aunque duelan. |
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