Tengo miedo torero

Un libro delicioso que te atrapa desde la primera página. Los personajes, y especialmente la Loca del Frente, podrían estar sacados de una novela de Jean Genet, pues se huele un parentesco, uranísticamente hablando, con algunos personajes de Nuestra Señora de las Flores, primera novela de Genet, que escribió en la cárcel: léase Culafroy, Divina o Pocholo, por la frescura de su hablar y de sus actos impulsivos e insolentes.
Si en la ópera prima de Genet destacaba alguna escena memorable, como la del joven "Notre Dame" recibiendo la sentencia delante del tribunal y asegurando descarada que el viejo estaba para el arrastre. Ya ni se empalmaba. "La última palabra no franqueó los labios menudos y fanfarrones; sin embargo, los doce ancianos, en seguida, a un tiempo, se taparon los oídos con ambas manos para impedir que entrara la palabra gruesa como un órgano que, al no encontrar otro orificio, se les metió, tieso y cálido, por la boca abierta. La virilidad de los doce ancianos y la del presidente quedaban escarnecidas por el glorioso impudor del adolescente". Nótese que los magistrados eran doce como los apóstoles, y el presidente era uno.
En el libro de Lemebel encontramos también muchas escenas parangonables con esta poética de Jean Genet. La sórdida escena del sexo en el cine está narrada tan magistralmente, que el ritmo vivaz y fresco del lenguaje no decae ante la hediondez y la explicitud de las palabras que cincelan esta prosa poética.
Otras escenas remarcables son, por ejemplo, los sueños del dictador, o más bien pesadillas de las que despierta muy alterado ante la sorpresa y reprobación de su esposa. También destacaré la escena del obrero sudado que se roza con la protagonista en el Microbús, o la antológica, poética y larga escena de la fellatio de la Loca del Frente a su amado Carlos.
La escritura de Lemebel se torna, por momentos, cinematográfica, como cuando la comitiva presidencial se cruza con dos maricones dándose el lote, y uno lleva un sombrero amarillo. No hay coincidencia más allá de lo visual con los cuatro personajes, pero es un truco genial del autor, pues, naturalmente, los dos hombres que ven por el campo son, nada más y nada menos, la Loca del Frente, con sombrero amarillo, y Carlos.