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Crítica de UnaiGoiko74


UnaiGoiko74
25 April 2021
Tercera y última entrega de la trilogía de “Los hijos del desastre”. La historia está ambientada en 1940, momento en el que Francia declara la guerra a la Alemania nazi, y el país galo se dispone a luchar en una contienda que presupone fácil y rápida.

El nexo con la trilogía es Louise Belmont, la joven niña de diez años que se hizo amiga de Albert y Edouard, cuando su madre les alquiló una habitación, en “Nos vemos allí arriba”.

La historia se sustentará sobre los avatares vividos por Louise y otros cuatro personajes principales: Ferrand, un guardia móvil parisino; Gabriel y Raoul, dos desertores del ejército galo; y, Désiré, un estafador con un talento extraordinario sobre el que Lemaitre desatará su vis más cómica. Las historias, aparentemente inconexas de todos ellos, acabarán por converger al final del relato de un modo coherente y ágil, gracias a la maestría en la narración, el ritmo y la construcción de la historia de Pierre Lemaitre.

Si en “Nos vemos allí arriba” se nos narraba el periodo inmediatamente posterior a la finalización de la I Guerra Mundial; en “Los colores del incendio”, la época del Crack bursátil y la Gran Depresión; en esta última entrega, Lemaitre nos narra el momento en el que Hitler ocupa Francia. Es interesante la descripción del caos y el éxodo masivo de los ciudadanos que nos dibuja un episodio que yo, particularmente, no pensé que había sido tan importante en Francia, y que me recuerda muchísimo al narrado por Franz Borkenau en “El reñidero español” al relatarnos su primer viaje al frente de Córdoba.

A pesar del dramatismo y del terror que protagoniza el tono de la novela, Lemaitre no se resiste a incluir a un personaje cómico (como también hiciera en “Los colores del incendio” con Charles Pericourt, tío de Madelaine), en este caso Désiré. Entre las muchas situaciones hilarantes por la que pasa este personaje, me quedo con este fragmento en el que el estafador se hace pasar por un censor del Gobierno francés que interviene una llamada entre un soldado del frente y su mujer, y aplica las directrices para evitar la revelación de datos sensibles al enemigo:

“—¿Estás bien, cariño? —preguntó ella.
—¡Chist, chist! —la interrumpió Désiré—. Ni una palabra sobre la moral de las tropas.
Se notaba que la chica estaba desconcertada. Primero dudó y luego dijo:
—¿Hace buen tiempo, al menos?
—¡Chist, chist! —siseó Désiré—. Nada sobre las condiciones meteorológicas.
Hubo un largo silencio.
—Cariño…—El soldado esperó a que lo interrumpieran. Silencio. Se lanzó—: Oye, ¿la vendimia…?
—¡Chist, chist! El vino francés es un dato estratégico.
El joven soldado empezó a mosquearse. Así no había manera de hablar. Decidió dejarlo ahí.
—Escucha, tesoro…
—¡Chist, chist! No se puede hacer ninguna alusión al Banco de Francia.
Silencio.
La chica se arriesgó al fin.
—Oye, te voy a dejar…
—¡Chist, chist!¡Nada de derrotismo!
Désiré se sentía en plena forma.”
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