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En esta segunda parte dejamos de lado al mago Gavilán para conocer a La Devorada, una niña que se ve despojada de todo, incluso de su nombre, para servir a dioses oscuros, crueles y sangrientos. Toda su vida se reduce a las oscuras tumbas de Atuan pero, la aparición de un hombre en un lugar donde solo habitan mujeres y, más aún, un mago, causará problemas en este desértico lugar. Como en el primer libro, nos encontramos con una historia ambientada en una de las islas de Terramar, donde habitan los bárbaros que consideran la magia algo malo. Aquí, acompañaremos a una niña que ha crecido con ideas que le han inculcado sobre quién es y quién debe ser, cómo debe comportarse y cómo debe tratar a los demás, renunciando a su propia vida y pensando que eso es ser poderosa. Su encuentro con Gavilán hará que se replantee las cosas y tome decisiones importantes. Volvemos a encontrarnos con una gran carga de crítica social a la época de la autora y a su tratamiento de las mujeres. Las mujeres deben renunciar a sí mismas y hacer lo que deben, no pueden tener poder por sí mismas... ¿O si? En esta segunda parte, la autora se aleja más del prototipo de novela fantástica donde el mago es el protagonista y el héroe para mostrarnos a una niña que debe tomar decisiones importantes de las que depende su propia vida. Teniendo en cuenta la época en la que se escribió este libro, que esté protagonizado por una mujer que esconde poder sin ser una bruja mala era todo un adelanto. Por otra parte, me ha gustado el tratamiento que se da a los personajes, las intrigas que surgen, las dudas que les carcomen, les hace ser muy reales y humanos. En general, una segunda parte que merece mucho la pena, que amplía el mundo que se nos presenta en "Un mago de Terramar" y en el que encontramos nuevos personajes muy interesantes. Un imprescindible para cualquier amante de la fantasía. |
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