Los gritos del pasado

Esta segunda parte de los crímenes de Fjällbacka continúa unos meses después de la primera parte, mismos personajes y de nuevo aparece un cadáver que lleva sorpresa.
Me ha sorprendido el calor que, según ellos, están pasando, he buscado y es muy, muy raro que las temperaturas se sitúen por encima de 25 ºC, lo que para mí es una temperatura perfecta, pues no sé si seguirían vivos con los 40 que solemos tener en julio a la sombra en España. Pero al mismo tiempo se toman el café ardiendo, ¡yo que lo tomo con leche fría incluso en invierno! será cuestión de gustos.
La trama compleja y las idas y venidas al pasado, acompañado de un montón de nombres difíciles de retener, me han mareado hasta darme vueltas la cabeza, no me he centrado prácticamente en la trama, aunque también es cierto que con este calor, mi cabeza está medio fundida y quizá no ha sido el momento adecuado para esta lectura.
El final es lo que más me ha gustado, la solución me ha parecido mucho más coherente que en la primera parte, de hecho, he clavado los quiénes, pero me han faltado los porqués, aunque sinceramente, entre que se callan las pistas o te dan información que no es del todo correcta, no ha sido nada fácil.
Es una pena que uno de los personajes que más me gustó en la anterior entrega, sufra una involución de repente, no me parece nada justo ni para Anna ni para los sobrinos de Erika, pero entiendo que el miedo es libre y nos obliga a cosas impensables.
Me atrevo a aconsejar la lectura, no sólo por lo que llevo leído, sino porque mucha gente a mi alrededor ha flipado con toda la saga, lo que me anima a continuar con ella en un futuro próximo, estoy deseando cómo se desenvuelve la escritora con su nueva situación, que promete más de una sonrisa.