Yo misma había querido quedarme sola aquí arriba, pero ya no recordaba la razón por la que lo había deseado. El aire, cálido y polvoriento, resultaba agobiante, y a pesar de la luz de las dos bombillas sucias, la mayor parte del desván estaba envuelto en una profunda oscuridad. Cualquiera podía esconderse allí dentro, entre los rollos de cuerda y las grotescas calandrias. Cualquiera... |