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Decepcionante. Inicio pésimo, personajes mal introducidos, escritura rayana en el analfabetismo (a partir del capítulo 50 mejora, todo sea dicho), trama inconsistente, supuesto humor ininteligible… Los defectos de este libro son como los decimales del número Pi, inconmensurables. Los puntos positivos son más bien pocos. Puedo destacar el personaje de Misha, el pingüino, que me ha parecido entrañable en cierto modo, y el final, aunque muy raro (como todo el libro), tiene su sentido si se le da una vuelta. Se ha llamado a “Muerte con pingüino” sátira existencialista y, ahora que lo he terminado y lo miro en frío, salvando las distancias, tiene cierto parecido con “El extranjero” de Camus ya que los protagonistas de ambas historias con su pasotismo, desapego y falta de iniciativa para afrontar la realidad, acaban sellando su porvenir fatal.
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